Este año marca un hito en la historia de la web: cruzaremos un punto de inflexión y más de la mitad de la población mundial estará conectada. Cuando comparto estas emocionantes noticias la gente suele reaccionar con alguna de las dos siguientes inquietudes: 1)¿Cómo hacemos para que la otra mitad del mundo pueda acceder a la web? 2) ¿Estamos seguros de que el resto del mundo quiereconectarse a la web que tenemos hoy en día?
En la actualidad las amenazas a la web son muchas y reales, incluidas las que describí en mi última carta: desde la desinformación y el uso de propaganda política cuestionable hasta la pérdida de control sobre nuestros datos personales. Pero sigo comprometido con poder garantizar que la web sea un espacio libre, abierto y creativo — para todos.
Esa visión solo es posible si conseguimos conectar a todo el mundo y nos aseguramos de que la web funcione en beneficio de las personas. Creé la Web Foundation para luchar por el futuro de la web. Estos son los puntos en los que deberíamos concentrar nuestros esfuerzos:
Es más probable estar desconectado si se es mujer, pobre, habitante de un área rural y de un país de bajos ingresos
Cerrar la brecha digital
La brecha entre las personas que tienen acceso a Internet y las que no lo tienen está aumentando las desigualdades ya existentes — desigualdades que plantean una grave amenaza mundial. Como era de esperar, es más probable estar desconectado si se es mujer, pobre, habitante de un área rural, de un país de bajos ingresos, o cualquier combinación de los anteriores. Hoy en día estar desconectado significa ser excluido de oportunidades para aprender y ganarse el sustento, de acceder a servicios valiosos y de participar en el debate democrático. Si no invertimos seriamente en acabar con esta brecha, miles de millones de personas podrían tener que esperar hasta el año 2042 para poder tener acceso a internet. Eso implicaría dejar atrás a toda una generación.
En el año 2016 las Naciones Unidas declararon que el acceso a Internet es un derecho humano, como lo son también el agua potable, la electricidad, la vivienda y los alimentos. Pero este derecho básico seguirá siendo denegado a miles de millones de personas hasta que el acceso a Internet sea asequible para todos. Ya tenemos un objetivo establecido. Recientemente las Naciones Unidas adoptaron el umbral de asequibilidad propuesto por la Alianza por un Internet Asequible: 1 GB de banda ancha móvil por menos del 2% del ingreso promedio mensual. La realidad sin embargo es que todavía estamos muy lejos de alcanzar este objetivo — en algunos países el coste de 1GB de banda ancha móvil todavía está por encima del 20% del ingreso promedio mensual.
La rica variedad de blogs y sitios web de los inicios se ha visto comprimida bajo el aplastante peso de unas pocas plataformas dominantes
¿Qué hace falta para alcanzar este objetivo? Debemos apoyar políticas y modelos de negocio que mejoren las condiciones de acceso de los grupos más desfavorecidos a través de soluciones como las redes comunitarias y las iniciativas de acceso WIFI público. Debemos invertir recursos para garantizar el acceso de mujeres y niñas, y asegurarnos de que puedan aprovechar el poder de esta herramienta mediante la enseñanza de habilidades digitales.
Conseguir que la web funcione en beneficio de las personas
La web a la que muchos se conectaron años atrás ya no es la web con la que se encontrarán los nuevos usuarios. La rica variedad de blogs y sitios web de aquella época se ha visto comprimida bajo el aplastante peso de unas pocas plataformas dominantes. Esta concentración de poder da lugar a un nuevo conjunto de custodios de la red, permitiendo que un puñado de plataformas tengan control sobre cuáles serán las ideas y opiniones que se podrán ver y compartir.
Podemos diseñar una web que ofrezca un entorno constructivo y alentador
Estas plataformas son capaces de afianzar su posición dominante mediante la creación de barreras de entrada a potenciales competidores. Absorben a las startups con potencial para convertirse en una amenaza, compran todas las innovaciones tecnológicas y contratan a los mejores talentos de la industria. Si a esto añadimos la ventaja competitiva que les proporcionan los datos de sus usuarios actuales, no podemos sino esperar que los próximos 20 años sean bastante menos innovadores que los anteriores.
Además, esta concentración de poder permite ampliar el impacto de quienes utilizan la web como un arma. En los últimos años hemos visto cómo teorías conspirativas logran convertirse en tendencia en las plataformas de medios sociales, cuentas falsas en Twitter y Facebook avivan las tensiones sociales, actores externos interfieren en los procesos electorales y grupos criminales se apoderan de valiosos datos personales.
Hemos buscado respuestas por parte de las propias plataformas. Las empresas son conscientes de estos problemas y se esfuerzan por solucionarlos —y observamos cómo cada cambio que implementan termina afectando a su vez a millones de personas—. La responsabilidad — y a veces también la carga — de tomar estas decisiones recae sobre empresas que han sido creadas para maximizar sus beneficios económicos en lugar de maximizar el bien social. Un marco legal o regulatorio que tenga también en cuenta los objetivos sociales podría contribuir a aliviar esas tensiones.
Incorporar más voces al debate sobre el futuro de la web
El futuro de la web no trata únicamente acerca de todos aquellos que ya estamos conectados, sino también sobre aquellos que aún no lo están. La poderosa economía digital actual exige estándares sólidos que permitan equilibrar los intereses de las empresas y los de los ciudadanos conectados. Para ello será necesario pensar en cómo podemos alinear los incentivos del sector tecnológico con los de los usuarios y la sociedad en general, consultando a una muestra representativa y diversa de la sociedad en el proceso.
Dos mitos limitan actualmente nuestro imaginario colectivo: el mito de que la publicidad es el único modelo de negocio posible para las empresas digitales, y el mito de que ya es demasiado tarde para cambiar la forma en que operan las plataformas. Para resolver estas dos cuestiones deberemos ser un poco más creativos.
A pesar de que los problemas a los que se enfrenta la web son complejos y grandes, creo que deberíamos verlos simplemente como bugs: problemas en el código y en los sistemas de software que fueron creados por personas — y que por tanto pueden ser también corregidos por personas. Crea una nueva serie de incentivos y a continuación llegarán los cambios en el código. Podemos diseñar una web que ofrezca un entorno constructivo y alentador.
Hoy quiero que enfrentemos el desafío de tener ambiciones más grandes para la web. Quiero que la web refleje nuestras esperanzas y cumpla nuestros sueños, en lugar de amplificar nuestros miedos y profundizar nuestras divisiones.
Como dijo en una ocasión el difunto activista de internet John Perry Barlow: “Una buena manera de inventar el futuro es predecirlo”. Puede sonar utópico, puede parecer imposible de conseguir después de los reveses sufridos durante los dos últimos años, pero yo quiero que imaginemos ese futuro y lo construyamos.
Reunamos a las mentes más brillantes del ámbito de los negocios, la tecnología, el gobierno, la sociedad civil, las artes y el mundo académico para afrontar las amenazas al futuro de la web. En la Web Foundation estamos listos para desempeñar nuestro papel en esta misión y construir la web que todos queremos. Trabajemos juntos para hacerlo posible.
Fuente: El Pais