De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) realizada en 2010, se registran un millón 843 mil 920 en la categoría de “trabajadoras en servicios domésticos”, lo cual representa 10.9 por ciento de las mujeres empleadas. Pero, lejos de los datos estadísticos, resulta fundamental conocer los pormenores sociales, culturales y jurídicos de este segmento de la población.
Por casi 10 años, la doctora en antropología por la Universidad de París 3, Séverine Durin, ha desarrollado investigaciones sobre el tema, que se transformó en el libro de reciente publicación Yo trabajo en casa. Trabajo del hogar de planta, género y etnicidad en Monterrey,en el que, desde su campo de conocimiento, se adentra en los detalles de este fenómeno.
“Empecé a pensar en este tema en 2008, cuando estaba haciendo unos talleres con mujeres embarazadas, donde había varias trabajadoras del hogar. En 2009, emprendí el trabajo de campo, el cual terminó en 2012. Desde 2013 hasta 2015, estuve en trabajo de escritura y el proceso editorial. Y por febrero ya estaba listo”.
Al iniciar con la investigación, Séverine Durin tenía tres preocupaciones principales: mujeres indígenas migrantes, venidas principalmente de La Huasteca y Oaxaca, y que trabajan de planta, lo que implica quedarse en su hogar de labor; las condiciones laborales, interés derivado de investigaciones previas, en las cuales encontró en la mayoría de los testimonios que la jornada laboral consistía en 12 horas.
“La maternidad es otra de las preocupaciones, porque partimos del supuesto de que son mujeres jóvenes, debido a que el sector empleador las denomina como ‘muchachas’, lo cual hace pensar que son jovencitas. Entonces la idea es que no tengan hijos, que estén solteras, para que puedan
atender de tiempo completo a la familia que las contrata. Sin embargo, empecé a advertir que había trabajadoras del hogar embarazadas, y ahí hay una dificultad”.La confianza como metodología
“Soy antropóloga, y lo que hacemos nosotros es construir información de calidad. Convivimos y construimos relaciones de confianza, entonces recurrimos a distintas técnicas. Una de ellas es la observación participante, donde convivimos con las personas en su medio. No podemos hacerlo con las personas en la casa donde trabajan, pero sí en sus momentos de descanso”.
Otra de las técnicas empleadas por Séverine Durin fue la entrevista a profundidad, tanto con empleadas como con empleadoras. Dentro de esto, se hicieron algunas historias de vida, lo que implica varias sesiones. Además, se dio a la tarea de visitar algunas de las comunidades de origen.
“Como antropólogos nos interesan mucho los significados para las personas. ¿Qué representa para las personas? ¿Cuáles son sus intereses?“.
Fueron 22 trabajadoras, cinco trabajadores y siete empleadoras, los testimonios que se recopilaron. También se consultó a especialistas de medios de comunicación, psicólogos, abogados, para la investigación.
Maternidad y crianza
“La cuestión de la maternidad es donde observamos y entendemos la profunda desigualdad que estructura el trabajo del hogar de planta, porque finalmente, mientras las mujeres con una mejor posición económica pueden contratar a alguien que asuma labores de limpieza y de cuidado del bebé, las trabajadoras se encuentran en condiciones inversas, pues esa labor no abre derechos, porque la Ley Federal del Trabajo exime a los patrones de afiliar a las trabajadoras al Seguro Social”.
Las trabajadoras del hogar que se embarazan se ven privadas de tener de cerca a sus hijos, por lo que tienen que recurrir al apoyo de familiares, principalmente en sus lugares de origen, debido a la mayoría indígena en este segmento. Esto genera una maternidad a distancia, pues la madre tiene que trabajar para proveer, pero desde otro lugar.
“Es un riesgo para las empleadoras que estén embarazadas, por lo que muchas veces las terminan remitiendo a los albergues. Esto es supuestamente para ‘hacer un bien’, pero no debería de ser así, sino que debería de estar en sus derechos, como los de cualquier trabajadora. De hecho, es importante decir que en la mayoría de las ocasiones el embarazo acaba con el trabajo de planta”.
Una vez que las trabajadoras abandonan la planta, empiezan a trabajar por horas, debido a que tienen que ejercer otras labores.
Condiciones jurídicas
“No he conocido a ninguna trabajadora del hogar con contrato. Los acuerdos son orales, que son tomados al inicio y son mínimos. Estos dependen de la experiencia que tengan, ya que así se negocian las cargas de trabajo”.
En el trabajo de planta existe una expectativa de las empleadoras para que estén disponibles en su totalidad, desde horas tempranas hasta el final del día. Séverine Durin encontró que las jornadas son excesivamente largas, que pueden superar hasta las 12 horas.
“El marco jurídico de México es discriminatorio, porque los derechos que están ahí previstos son menores a los de los demás trabajadores. Restringe los derechos permitiendo hasta jornadas de 12 horas, diciendo que las trabajadoras deben de descansar hasta nueve horas por la noche, y que entre el turno matutino y vespertino el descanso debe de ser de tres horas. Haciendo la suma, permite las 12 horas, cuando la Ley Federal del Trabajo establece que la jornada máxima para todos los trabajadores debe de ser de ocho horas por día y un límite de 48 semanales”.
Una de las raíces del problema se encuentra en el menosprecio que existe hacia el trabajo del hogar, ya que es visto como una labor menos importante a la que realizan los varones.
“A partir de 2011 existe un nuevo marco jurídico, que es el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo. Sin embargo, en México no se ha ratificado. Este permitiría los mismos derechos en cuanto a jornada laboral, derechos de salud, organización sindical”.
Fuente: Agencia Informativa Conacyt