Un par de discos duros, una chaqueta vaquera, una botella de dos litros de aceite, un billete de tren, una moto, un cajón de naranjas, seis entradas para la última entrega de Star Wars, dos kilos de muslos de pavo, una hora y media en un spa y una biografía de Violeta Parra. ¿Parece una mezcla rara? Puede, pero también posible. Hoy, frente al ordenador, la cesta de la compra puede estar llena de casi cualquier cosa. Para lograr esa caja de pandora las empresas llevan varios años inmersas en una transformación que las coloque en el plano virtual, un proceso que cada vez es más rápido y más expansivo.
Los datos lo confirman. El 98,7% de las empresas con diez o más empleados tiene conexión a Internet, ocho de cada diez tienen además página web, el 49,6 % de las empresas conectadas usan alguno de los medios sociales por motivos de trabajo (de ellas, el 94,4% utilizan redes sociales), el 31,4% realizaron compras por comercio electrónico en 2016 y una de cada cinco vendió… Son algunas de las cifras de la última encuesta del INE sobre el uso de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y del comercio electrónico en las empresas, y, según esos números, pudiera parecer que el objetivo ya ha sido alcanzado y la digitalización sea algo de andar por casa. Pero no.
¿Cómo es una empresa digital ideal? Los expertos apuntan a ciertos elementos imprescindibles. Y dan por supuesto que llegar es imperativo. Esto no ha hecho más que empezar. “No es un tema de opciones. Todo lo susceptible de ser digitalizado, lo será, y el que no lo haga, se queda fuera”, dice Fernando Rodríguez, director de la consultora Capgemini en España. La cuestión es que, en muchos casos, esa mudanza digital no se hace bien: “Hay muchísimas empresas que creen que por el hecho de poner en marcha iniciativas tecnológicas y digitales ya está todo hecho; o que se guían por lo que se pone de moda, lo implantan, y al cabo de un tiempo se dan cuenta de que en realidad están haciendo lo mismo que hace tres años”.
Transformarse no es atiborrar las oficinas de aparatos, redes, infinitos terabites en la nube y código nuevo; o no solo. “La tecnología es necesaria y catalizadora del resto; pero hace falta también ese resto”, explica Rodríguez. “Necesitas tener claro dónde quieres llegar y cómo conseguirlo partiendo de lo que eres y lo que tienes. Optimizar los activos físicos con la visión digital es clave”. Tecnología, cultura del cambio y talento humano podría ser un buen resumen de los factores necesarios para conseguir esa evolución. En realidad nunca se llega. Una empresa digital ideal siempre está en transformación.
El capital tecnológico
Desarrollo de software, monitorización, movilidad, dispositivos… La parte tecnológica del proceso parece, a priori, sencilla. El abanico de posibilidades que ofrece el mercado es inmenso pero, como aquel anuncio de neumáticos, la potencia sin control no sirve de nada. Elegir lo más adecuado a las necesidades y los objetivos e implantarlo es una tarea a la que se dedican empresas especializadas.
Manuel Pacheco, BDM del departamento enterprise de Asseco Spain (multinacional de soluciones y desarrollos IT enfocados en la transformación digital corporativa), explica que en este camino, a menudo, los clientes están confusos: “Cubrimos todas las actividades relacionadas con este tema, desde mantenimiento de infraestructuras hasta temas de análisis de datos y big data, y nos encontramos con que en muchas ocasiones no saben muy bien qué quieren o qué necesitan”.
Apunta a las cuatro tecnologías que mueven hoy la innovación dentro de las empresas: redes sociales, movilidad, analíticas y nube (SMAC, por sus siglas en inglés); y describe una situación como ejemplo de lo que pide el ciudadano, pero también de lo que puede ofrecer la empresa. “Como un pack total”. El responsable de Asseco habla de un día cualquiera, por la mañana, frente al ordenador: “Estás buscando unos vaqueros, lo más baratos posible, y has llegado a una página web a través de Facebook. Por lo que sea no te terminan de convencer y te marchas a trabajar sin haberlos comprado, sin embargo, llegados a ese punto el vendedor ya ha capturado tu usuario. Por la tarde, después de la oficina, vas a un centro comercial y la web que has visitado por la mañana tiene una tienda física allí, con una potente red wifi, gratuita, a la que te conectas. Entonces el retailer en cuestión reconoce tu usuario y, tras tu búsqueda anterior, te envía un mail con una oferta personalizada, un 30% de descuento durante dos horas en esos vaqueros a los que estuviste echando un vistazo”.
Ahí, explica Pacheco, la empresa está tocándolo todo, desde la atención al usuario hasta la movilidad y el smart data. “Cuando una organización es capaz de ofrecer eso, es cuando hay una verdadera transformación digital. Por eso, en Asseco Spain, nos enfocamos en adaptar nuestras soluciones a las empresas para ayudarles en esa transformación que, por supuesto, no es coto de las grandes empresas”. Reconoce que estas tienen mayores recursos, sí, pero que no es imposible para las pymes; de hecho, cree que es ineludible y que cualquier negocio, tenga el tamaño que tenga, tiene que buscar la forma de alcanzar esa transformación. “Y en ese camino debería estar también presente el sector público”, añade. Cree que, a todos los niveles, el Estado debería ser proactivo y facilitar a las pymes este tipo de servicios: “En muchos casos no tienen presupuesto ni personal para ello y, sin subirse a este barco, están abocadas a una pérdida de ingresos tarde o temprano”.
El capital humano
En esa línea va Rodríguez, de Capgemini, cuando habla de trazar un plan de verdad. “Hay que tener en cuenta los perfiles y las capacidades de las que no disponemos, y cambiar la forma en la que se trabaja”. Los entornos digitales, cambiantes y volubles, necesitan mentalidades abiertas y una visión de 360 grados; han cambiado los clientes, las plataformas, los canales por los que se llega hasta ellos… “Las empresas tienen que ser más flexibles que nunca y generar sinergias con agentes externos. Solo así se puede crear el caldo de cultivo para el cambio”. Pero esto, como a lo largo de toda la historia de la humanidad, trae resistencias.
Para Carlos Severino, de la consultora PwC, este freno provoca que, en general, todas las empresas hagan modificaciones al respecto, pero, en realidad, todo sea superficial. “En parte también porque hay quienes piensan que, con suerte, maquillan con un poco de tecnología la cosa y dilatan hasta la jubilación; pero lo que antes tardaba en cambiar diez años, ahora lo hace en uno. Ya no hay excusas. Hace falta un equipo humano que entienda el cambio y que sea capaz de liderarlo”.
La última encuesta de la consultora sobre el Coeficiente Digital de las Empresas reveló que el 56% de los directivos entrevistados en España califican como alto o muy alto en el grado de digitalización de sus empresas, once puntos más que en su anterior informe, en 2015; algo que contrasta con el retroceso (de unos 15 puntos) a nivel mundial en esta misma cuestión. Según el documento, este choque se produce porque cada vez más, las compañías son conscientes de que la tecnología y su desarrollo va más allá del control de sus áreas específicas e implica a todas las partes de la empresa, y eso las hace ser también más conscientes de “la dificultad que supone integrarlas y aprovecharlas al máximo”.
Tanto Severino como Rodríguez están de acuerdo en una cosa: hay que ser valientes. La relación entre los clientes y las empresas ha cambiado por completo y cada vez más, el cliente va por delante, con unas expectativas y unos estándares que evolucionan día a día. La tarea de las compañías es entender, asimilar y dar respuesta a esas necesidades de forma continua, crecer con ellos. Y este, según los expertos, es un viaje largo.
Fuente: El Pais