No es común que los magnates de la tecnología se pongan de acuerdo en algo, y menos que decidan invertir en la misma empresa, pero eso es exactamente lo que está sucediendo con Form Energy, una startup que pretende revolucionar las baterías y que cuenta con el apoyo financiero de un fondo del que forman parte, entre otros, Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft), Jack Ma (Alibaba) o Richard Branson (Virgin).
Este sistema de baterías de Form Energy podría ser la clave del almacenamiento de grandes cantidades de energía, algo esencial para el desarrollo de todo tipo de innovaciones: fábricas futuristas como la famosa Gigafactory de Tesla, coches eléctricos, taxis voladores, drones, etc.
Teniendo en cuenta que el litio se nos está acabando y cada vez es más caro, esta alternativa parece un tren imparable que ninguno de los magnates tecnológicos quiere dejar pasar.
Aunque del proyecto, creado por investigadores del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), son pocos los detalles que han trascendido, las patentes y declaraciones de uno de sus cofundadores, el profesor Yet-Ming Chiang, revelan que se trata de una batería de flujo basada en azufre.
En las baterías de flujo, dos componentes químicos electroactivos, uno para el ánodo y otro para el cátodo, son los responsables de generar la carga y descarga. Entre sí se encuentran separados por una membrana, a través de la cual se produce el intercambio de iones que proporciona el flujo de corriente eléctrica.
La principal ventaja de este tipo de baterías es que tienen una vida útil muy larga y son muy escalables (es fácil pasar de una capacidad menor a una mayor), pero la desventaja es que permiten acumular una baja densidad de energía y sus componentes son muy costosos.
En el proyecto de Form Energy, esto, precisamente, sería lo que soluciona el azufre, que es barato y abundante. Los costes, por tanto, podrían reducirse drásticamente con esta innovación. Aunque el actual prototipo es del tamaño de una taza de café, debería ser fácil pasar de ahí a toda una red por la citada escalabilidad de las baterías de flujo.
Si los éxitos que ya han tenido en el laboratorio logran traducirse al mundo real, lo cual será más fácil con el apoyo de los multimillonarios de Silicon Valley, esta batería será capaz de almacenar energía durante meses a un coste mucho menor que las utilizadas actualmente.
“El coste de almacenamiento es el más bajo de todas las baterías conocidas”, afirma Chiang. De hecho, alrededor de una décima parte del coste que entrañan las baterías de iones de litio más avanzadas.
Algo así podría ser la clave para resolver el gran rompecabezas de la energía renovable, que no está tanto en la generación como en el almacenamiento. Por su propia naturaleza, la energía que proviene de fuentes naturales como el sol o el viento no se puede generar en todo momento, o al menos no siempre al mismo ritmo. La producción es intermitente: si es de noche, no hay sol; si no hay viento, el molino no se mueve.
Cuando las condiciones son propicias, se genera más de lo que se consume, así que el reto es encontrar la forma de guardar esa energía para que se pueda utilizar más tarde. Y de almacenarla de la forma más eficiente, segura y duradera posible para que un coche, un dron o lo que se fabrique disponga de un autonomía mucho mayor entre recarga y recarga.
Si los iones de litio están tocando techo, y además agotándose, y otras alternativas se consideran demasiado caras para ser viables, el azufre parece una de las mejores soluciones disponibles.
Por eso, gente como George Soros (uno de los hombres más ricos del planeta), Mark Zuckerberg (Facebook), Masayoshi Son (SoftBank) o Michael Bloomberg también forman parte del fondo que apoya esta revolución energética.
Concretamente, Form Energy ha recaudado 11 millones de dólares, de los cuales 9 millones provienen de Breakthrough Energy Ventures (BEV), la citada coalición de inversores de reconocido prestigio, entre ellos muchos de los sospechosos habituales de la lista Forbes. Se trata de un fondo de capital riesgo de un total de 1.000 millones de dólares destinados a apostar por tecnologías pioneras en materia de energía que además contribuyan a reducir las emisiones y combatir el cambio climático.
Cuidar el medioambiente y, de paso, ganar dinero, pues la revolución de las baterías es la piedra angular sobre la que se van a levantar muchos de los grandes negocios tecnológicos de los próximos años. Esos que, precisamente, han hecho ricos a los destacados inversores de BEV.
Fuente: Tecnoxplora