Actualmente es imposible saber si alguien duplica una entrada en PDF: basta con una fotocopia. Comprar entradas digitales en webs no oficiales no es más seguro: no puedes saber a cuántas personas se ha revendido. Y, en cualquier caso, lo más probable es que acabes pagando mucho más que el precio original. Las páginas de reventa aprovechan la alta demanda pero también la provocan. Hay quienes se encargan de comprar grandes cantidades de entradas de los sitios oficiales para ponerlas en reventa en masa. Una de las soluciones posibles para rastrear el recorrido que hacen esas entradas digitales y controlar el precio es el uso de protocolos como blockchain. La startup Tracer propone el uso de esta tecnología y de entradas inteligentes para solucionar el problema.
- ¿De quién hablamos?
Sus fundadores son amigos desde pequeños. Jorge Díaz trabajó durante seis años en Ticketbis, una startupespañola de reventa de entradas que fue vendida a StubHub en 2016. Alberto Martínez estaba dirigiendo Every Mundo en España, una startup de viajes con sede en Miami. La experiencia de Díaz en una empresa de ticketing le sirvió para saber cómo funcionaba la industria. “Puede resultar irónico que parte del equipo proceda de una empresa de reventa y ahora hayamos construido tecnología para acabar con ella”, explica Díaz. “Pero precisamente sucede porque conocemos la industria y sabemos las malas prácticas que hay en ella”. Cuando dejó su trabajo en Ticketbis participó en distintos proyectos hasta que decidió unir su experiencia previa con la de su compañero Alberto Martínez y fundar Tracer. Ya han conseguido la inversión de artistas como LCD SoundSystem y “algunos de los ejecutivos más influyentes en Londres y Estados Unidos”.
- ¿Cómo funciona?
La propuesta de Tracer consiste en un smart ticket, un tipo de entrada inteligente basada en blockchain que permite que los artistas o equipos puedan controlar y decidir exactamente qué sucede con sus entradas. Utilizando esta red descentralizada, todas las entradas pasan por un registro compartido en miles de ordenadores anónimos. La web que venda estas entradas tiene que ser autorizada por el artista o el equipo. Si no tiene autorización, la red de blockchain no perite la transacción.
De esta forma todas las páginas no autorizadas de reventa con precios abusivos desaparecen de la ecuación. Aún así, el artista podría permitir que un fan se deshiciera de la entrada siempre y cuando la vendiera al precio original. La red blockchain es el vigilante que hace que esta regla se cumpla. Pero, ¿cómo puede la red saber lo que pasa con el ticket? La entrada en sí es un código QR dinámico que cambia cada 10 segundos, de manera que no se puede duplicar y las capturas de pantalla no son válidas.
- ¿Por qué nos interesa?
El argumento que utilizan las empresas que se benefician de la reventa es la falta de oferta en los sitios oficiales. “Pero no es cierto. Esa oferta está controlada por un puñado de brókers que trabajan en connivencia con estas páginas y venden millones de euros cada año”, asegura Díaz. “Si controlas toda la oferta puedes poner los precios que quieras y esperar a que la gente entre, muchas veces creyendo que son webs autorizadas”. Estos “brókersacumulan todas las entradas posibles para grandes eventos en cuando se ponen a la venta y las revenden multiplicando su precio original.
Este mercado paralelo tiene lugar de forma totalmente ajena al artista, que no puede controlar lo que sucede con sus entradas. El uso de protocolos como blockchainconsigue que se democratice este proceso, que el rastreo esa más sencillo y que la venta de entradas sea más transparente y justa. Los fans tienen acceso a las entradas que quieren adquirir y el artista conoce y controla lo que sucede con ellas.
Fuente: Retina El Pais