Recuerdas el efecto 2000? En la Nochevieja de tan redonda cifra se temió un colapso cibernético que desandara todo el progreso de décadas. Informáticos, consultoras y fabricantes de PC hicieron su agosto para salvarnos del Armagedón digital. Nos quedamos con la duda de si nos habíamos vuelto locos o si de verdad habría venido el desastre de no ser porque cundió el miedo y se actualizaron los sistemas.
En la serie Mr. Robot, un grupo de hackers que recuerda a Anonymous, asociado con el llamado Ejército Oscuro chino, diseña un sabotaje a la megaempresa ECorp, que posee la mayor parte de la deuda de los ciudadanos de EE UU. El 9 de mayo de 2015 (el 5/9, nueva fecha negra), el ataque tiene éxito y parece derrumbarse el sistema capitalista. Lo que saca a los indignados a la calle a celebrarlo, pero no desata la revolución esperada, sino un corralito que atrapa a los pobres, mientras la maligna corporación es rescatada por, sorpresa, los chinos. Al promotor del plan, un genio con problemas mentales, le atormentará la duda de si obró bien o mal.
El psicólogo y profesor de Harvard Steven Pinker es un optimista empedernido. Miras a Trump, a Orbán y a Salvini y piensas que volvemos a los años 30, pero Pinker cree que vivimos en el mejor de los mundos posibles en términos de democracia, seguridad y prosperidad, solo que nos quejamos más. Un capítulo de su libro En defensa de la Ilustración (Paidós) se dedica a rebatir esa idea de que los hackers, la inteligencia artificial o un terrorismo con tecnología punta puedan acabar con nuestro modo de vida y llevarnos de vuelta a la Edad Media. “La tesis tecnoapocalíptica de que la nuestra es la primera civilización capaz de destruirse a sí misma es errónea”, escribe. Al revés: cuanto más avanzadas, las civilizaciones están más protegidas de la extinción. Y la tecnología más compleja, la que sí sería capaz de derribar el sistema, no está al alcance de un grupo de frikis con capucha como los de Mr. Robot.
Tampoco compra Pinker el miedo al “roboapocalipsis”, a que una Inteligencia Artificial General se dote de omnipotencia casi divina y nos esclavice: “Incluso si una IAG tratase de ejercer una voluntad de poder, seguiría siendo un impotente cerebro en una cubeta”. Como HAL, la supercomputadora que acaba desarmada con un destornillador en 2001: Una odisea del espacio, de Kubrick.
Los ciberataques aún no han matado a nadie. Han tumbado durante horas webs oficiales o han filtrado terabytes de información confidencial. Eso tiene impacto, sí, que se lo digan a Hillary Clinton. Pero ¿va a destruirnos? Hay más motivos para temer a Trump, Orbán o Salvini (o a Erdogan, Putin, Maduro, Duterte) que a esos chicos de Anonymous con sus vistosas caretas.
Fuente: El Pais Retina