El taiwanés Kai-fu Lee desembarcó en Silicon Valley en 1990, ejerciendo como científico jefe de Apple a la edad de 29 años. Antes de eso había obtenido su doctorado desarrollando Sphinx, considerado el primer sistema de reconocimiento del habla independiente.
En 1998 tuvo un papel clave en la creación de Microsoft Research Asia y terminó siendo ascendido a vicepresidente corporativo de Microsoft, cargo que abandonó en 2005 para asumir la presidencia de Google China.
Desde ese cargo apostó por la creación de un Google.cn censurado según los deseos del régimen de Pekín, una política que Google sólo rectificó cuando Lee abandonó en cargo en 2009 para convertirse en inversor de capital riesgo y el rostro mediático en China de la inteligencia artificial (como Elon Musk lo es en Occidente, pero bastante más optimista).
En una entrevista reciente para Sifted, se interroga a Lee sobre el papel de Europa en la lucha por un liderazgo en el campo de la IA que ahora parece cosa de dos, y en el que Lee apuesta abiertamente por la victoria de China sobre EE.UU. Lee es tajante al respecto:
“Me olvidé de Europa porque no creía que existiera la posibilidad de que se llevara ni siquiera la llamada “medalla de bronce” en esta competición por la inteligencia artificial”.
Para Lee, Europa cuenta con dos grandes problemas a la hora de poder hablar de tú a tú a las dos grandes potencias (y con una única posibilidad de destacar… en otro campo tecnológico):
Problema I: Ausencia de ecosistema empresarial
“Europa no cuenta con un ecosistema de empresarios de capital riesgo. Los empresarios en Europa no son tan innovadores como los estadounidenses ni tan tenaces como los chinos, y carecen de la experiencia de tratar con los problemas de la inteligencia artificial”.
“Europa […] en realidad, nunca ha creado ninguna compañía exitosa de Internet de consumo, de redes sociales o grandes compañías de aplicaciones móviles. Por lo tanto […] en Europa no hay experiencia en Europa de tratar con big data ni compañías de IA a gran escala. La única excepción era DeepMind, pero [ahora] es una empresa estadounidense”.
Problema II: Malos hábitos
A la hora de repasar las razones del éxito chino, Lee destaca que el país
“Tuvo la ‘buena fortuna’ de estar básicamente atrasados en tantas cosas para poder saltar a un mundo móvil, ir directamente a pagos móviles sin tarjeta de crédito, y ahora saltar a tiendas minoristas en línea saltándose los centros comerciales, y así sucesivamente. El legado de una industria es difícil de deshacerse porque crea malos hábitos que son difíciles de cambiar y un equipaje difícil de dejar atrás”.
Y Europa, según Lee, cuenta con un enorme equipaje. No cree que las últimas iniciativas regulatorias europeas (para proteger los datos personales o para limitar la influencia de los monopolios tecnológicos) le vayan a servir para beneficiarse en la carrera por lograr una industria propia y competitiva en inteligencia artificial:
“Para que Europa pueda competir de verdad, tendríamos que retroceder todo: ir a Europa y eliminar los teléfonos e Internet de todos y empezar de cero. Pero no podemos deshacer la historia o los hábitos de las personas”.
“Las personas usan Google, Amazon y Facebook en Europa y les gusta. [Esas empresas son] máquinas de imprimir dinero, por lo que no creo que las nuevas compañías bajo la regulación de Europa se moneticen mejor. Creo que protege mejor a las personas, pero no creo que moneticen mejor. Así que me parece que la única manera de que Europa tenga éxito es echar a Google, Facebook y Amazon“.
Pero Lee no cree que eso vaya a ocurrir, porque según él Europa está muy rezagada y su ciudadanía no va a renunciar de buenas a primeras a las ventajas que proporcionan los servicios de Google.
¿Una estrategia ganadora para Europa?
Según él, las empresas tecnológicas europeas sólo tienen dos caminos. O bien “experimentar encontrando un país realmente subdesarrollado donde no haya nada y probando su idea allí” o bien imitar a Google en su lucha con Microsoft, no entrar a competir directamente en su campo (navegadores), sino pasar por un proceso separado de construcción de tecnologías nuevas.
Lee resume así el proceso: Google primero desarrolló “un motor de búsqueda, luego monetizó los anuncios, luego pasó a los móviles, compró Android y lo convirtió en el estándar de facto, luego descubrió cómo monetizar los mapas, las búsquedas y su tienda de Android. Finalmente, el navegador de Google también funcionó mejor”.
La pregunta es: siguiendo ese ejemplo, ¿por qué descarta Lee que la IA europea pueda terminar funcionando mejor que la de sus rivales, aunque sea transitando el camino más largo?
Fuente: XAKATA