La precisión de la Dexterous Hand de Shadow Robot es ideal para automatizar tareas de laboratorio, actívidades agrícolas e incluso desmantelamiento nuclear.Esta es la historia de una mano negra que empezó a gestarse en un ático londinense en 1987. Cada miércoles, un grupo de aficionados mezclaba su pasión por la robótica con tazas de café y té. Diez años más tarde registraron la empresa. Ahora Shadow Robot es una de las compañías de robótica más longevas de Reino Unido.
Su primera creación, un robot bípedo, habita ahora en el ilustre Museo de Ciencias de Londres y es una prueba contundente de los avances que ha vivido este campo en las últimas décadas. Sin embargo, Shadow Robot abandonó pronto esta senda. “No éramos los únicos trabajando en diseños humanoides. En las mismas fechas, Honda estaba desarrollando su propio robot andante, ASIMO”, recuerda Rich Walker, director gerente de Shadow Robot.
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De quién hablamos
La búsqueda de nuevos retos condujo a la empresa al sector que ahora lidera: “Para diferenciarnos y ofrecer algo de máximo valor, nos retamos a construir una de las partes más complejas y esenciales de la anatomía humana: la mano”.
Veinte años después de su nacimiento, esta empresa británica mantiene colaboraciones de largo recorrido con varias industrias, desde agencias espaciales como la Nasa hasta Siemens, pasando por distintas universidades. En este último campo, Shadow Robot ha encajado especialmente bien en España: Hemos trabajado en varios proyectos con centros prestigiosos como la Universidad Carlos III de Madrid, la Universidad de Alicante y la Universidad Politécnica de Cartagena”, comenta Walker.
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¿Cómo funciona?
El lugar de la mano de Shadow está en las tareas repetitivas, sucias o peligrosas que requieren elevada minuciosidad en las acciones de sujección y manipulación. “Aunque puede parecer simple en teoría, es increíblemente difícil conseguir que un robot coja un objeto y lo sostenga. Y, más aún, lograr que lo manipule y ejecute tareas orientadas a un objetivo concreto”.
La precisión con que se mueven los dedos de la Dexterous Hand no es moco de pavo. “Nuestra mano tiene 129 sensores en total y su telemetría puede utilizarse para generar nuevos modos de manipular sistemas de control o para lograr una mejor comprensión del entorno”, explica Walker.
En esto, Shadow Robot se distancia también de las tendencias que dominan el mercado, trufado de manos robóticas de tipo pinza. “Conocíamos las limitaciones que estos modelos tenían en tareas que requieren un trabajo más intrincado. Además, no son suficientemente adaptables al manejo de diferentes tipos de objeto”, señala. Este pequeño detalle es el responsable de que determinadas industrias aún se resistan a la incorporación de robots en sus flujos de trabajo.
La extremidad menos humana diseñada por la empresa británica es el Modular Grasper -pinza modular-, que solo tiene tres dedos. “Es más versátil y robusta”, destaca Walker. Además, puede incorporar sistemas de visión y sensores táctiles.
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¿Por qué nos interesa?
La Dexterous Hand ya se está utilizando para automatizar tareas en laboratorios de farma, desmantelamiento nuclear e incluso agricultura. “Recientemente hemos estado implicados en un proyecto colaborativo para la cosecha automatizada, consistente en recoger las fresas más maduras”, recuerda Walker. Además, en el ámbito culinario, la mano de Shadow también alcanza la destreza de la nuestra, replicando platos elaborados tal y como lo haría un chef humano.
Según la Federación Internacional de Robótica, en 2020 se instalarán más de 1,7 millones de robots en las fábricas del mundo entero. En este horizonte, Shadow Robots tiene dos retos: paliar el alarmismo que rodea a la supuesta conquista de los robots y la consecuente amenaza que esto generaría sobre los empleados humanos y mejorar las posibilidades de integración de sus productos en diferentes entornos. “Ahora mismo, los empresarios no están pensando directamente en usar un robot para resolver sus problemas industriales, pero esto va a cambiar”, asegura Walker.
Fuente: Retina El Pais
Por: Montse Hidalgo Pérez/ Olivia López Bueno