El caso fue sometido al Tribunal Informático. En minutos procesó datos, escritos, normas y emitió sentencia. Qué miedo. ¿Será ésta la nueva Justicia sin rostro? ¿Podrá un implacable sistema automático reemplazar a abogados, fiscales y jueces?
Las Naciones Unidas debaten estos futuribles ahora, en la Cumbre Mundial de Inteligencia Artificial para el Bien. Convocaron al Dr. Juan G. Corvalán (director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la UBA y de la diplomatura Derecho 4.0 de la Universidad Austral). Se presenta Prometea, el sistema legal predictivo del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires, líder en América Latina. Resuelve casos judiciales con aciertos del 96%.Elabora 1.000 dictámenes en 45 días. La innovación en el Derecho ya llegó. Y nos abre mil preguntas.
En la Justicia, en las áreas legales de las empresas, en los estudios jurídicos: ¿podemos automatizar las soluciones legales? ¿Qué actividades automatizar y cuáles no? ¿Cuál será el impacto? ¿Podemos esperar?
Ya no hay marcha atrás. Es hora de incorporar la informática a pleno, con sensibilidad jurídica, para que las decisiones legales sean más eficientes y rápidas, analizadas con mayor finura. Las herramientas de inteligencia artificial no reemplazan a la abogacía, facilitan volver a pensar el Derecho en la Era del cambio.
El universo legal se apegó a los formalismos y los procedimientos. Muchos han perdido sentido y no mejoran la decisión. La inteligencia artificial, bien implementada, les devuelve a las áreas legales la oportunidad de pensar lo jurídico, lo que las diferencia, dejando en manos de la máquina lo mecánico.
Preguntémonos qué es lo intrínseco de ser abogado, para identificar lo esencial. El profesor de la Yale Law School, Anthony Kronnam (“Vivir en el Derecho”), advierte que un abogado no sólo posee conocimientos o habilidades, sino que debe desarrollar el talento para estudiar todas las alternativas con desapego para tomar la decisión correcta. El buen abogado no se define por cuánto sabe o por su destreza argumentativa sino por la sensatez con la cual analiza y decide.
Hoy alcanzar el ideal de Kronnam parece utópico. Porque la información no fluye, no se cuenta al instante con los datos jurídicos y fácticos necesarios. La categorización de la información consume los tiempos y empobrece la decisión. Ni cabe la simulación de alternativas antes de cada toma de decisión.
En la Era del cambio se redefinen las profesiones. También las jurídicas. El abogado 4.0 se vale de todas las herramientas tecnológicas, se mete en el corazón de las organizaciones. Incorporaron la Inteligencia Artificial en la producción o lo comercial. Pero les falta añadir un escalón, las áreas legales, más conceptuales y valorativas, no para reemplazar las decisiones, para hacerlas posibles.
Enfrentemos la innovación. Debemos analizar los conflictos emergentes de la aplicación de algoritmos o sistemas de inteligencia artificial. Pero lo más importante, donde seremos irreemplazables, será en su diseño, puesta a punto y revisión, para asegurar su sustentabilidad jurídica a largo plazo, entendiendo su dinámica y evolución. Se trata de pensar, con inteligencia previa y sentido de lo jurídico, cada nuevo proceso de inteligencia artificial. El Derecho acompaña el parto de un universo nuevo.
Fuente: Clarin