A medida que Google se ha apresurado a incorporar la inteligencia artificial (IA) a sus productos principales —a veces con resultados menos que estelares—, se ha ido gestando un problema entre bastidores: los sistemas necesarios para alimentar sus herramientas de IA aumentaron enormemente las emisiones de gases de efecto invernadero de la empresa.
Las emisiones de gases de efecto invernadero de Google se disparan por la inteligencia artificial

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