La revolución digital ha llegado a la ciudad y, al igual que en muchos otros ámbitos, trae consigo enormes oportunidades, pero también importantes retos. El primero de ellos tiene que ver con la urbanización: la mitad de la población ya vive en las metrópolis y según previsiones de la ONU, en 2050, un 70% de los habitantes del planeta habitará en las grandes ciudades. El segundo está relacionado con la proliferación de dispositivos conectados o la integración del internet de las cosas (IoT) en las infraestructuras de las urbes. Según estimaciones de la firma de consultoría tecnológica Gartner, 2.300 millones de elementos conectados formarán parte de las ciudades inteligentes este año.
Por todas estas razones, no es de extrañar que muchas de las grandes metrópolis en todo el mundo estén dándole vueltas a su estrategia de movilidad urbana para que esta sea verdaderamente inteligente y sostenible. El éxito vendrá derivado de quien apueste por un enfoque integrador, que implique el compromiso de la comunidad, que sitúe al ciudadano en el centro y donde las iniciativas tecnológicas y regulatorias sean lideradas por los gobiernos, con las empresas como socios y la tecnología como elemento facilitador. En España, donde hay distintos organismos con competencias en materia de gestión del tráfico y movilidad se hace aún más patente esta necesidad de integración.
¿Estamos preparados para afrontar estos retos? Afortunadamente, contamos con la tecnología como aliada. En este complejo escenario, los sistemas de transporte inteligente cooperativo (C-ITS) y la gestión de la multimodalidad se perfilan como los siguientes pasos hacia la movilidad inteligente, haciendo una buena administración del uso de las infraestructuras, como el control de acceso al centro de las ciudades y la gestión del aparcamiento en superficie. La actuación de forma planificada, ordenada y predictiva redundará en una mejora de la calidad del aire. Las medidas correctivas, como las que se toman en la actualidad en muchas ciudades españolas ante picos puntuales de polución, provocan confusión, reacción social, pérdida de la competitividad y caos.
Con los sistemas C-ITS los vehículos ya no existen de forma aislada, sino que se convierten en partes de un ecosistema de información. Los coches conectados proporcionarán datos sobre las condiciones locales, como el estado del tráfico o la meteorología; podrán comunicar su estatus y las intenciones entre ellos y con la infraestructura que les rodea. El resultado será un entorno de gestión de tráfico más inteligente y eficiente, lo que permitirá extraer vehículos de las redes de carreteras existentes, reduciendo la necesidad de construir más kilómetros de vías y mejorando el impacto medioambiental.
Las carreteras equipadas con tecnología C-ITS se convertirán en un importante facilitador cuando los vehículos autónomos empiecen a ser comunes. Estos coches y camiones sin conductor no serán totalmente independientes. Necesitarán trabajar en estrecha armonía con sistemas de detección y monitorización en su entorno inmediato para garantizar la seguridad.
Los sistemas C-ITS serán, además, multimodales por naturaleza e implicarán la comunicación con los dispositivos inteligentes de los viajeros. Proporcionar a la gente información altamente personalizada y precisa sobre sus opciones de viaje les animará a pensar de forma multimodal. Hablamos de datos en tiempo real sobre las condiciones de viaje a través de todas las modalidades de transporte disponibles, desde las carreteras – incluyendo coches, autobuses y taxis- hasta los trenes, tranvías o trenes ligeros.
Se trata, en definitiva, de integrar no solo todos los componentes de la cadena de valor -peatones, ciclistas, coches, etcétera- sino toda clase de dispositivos conectados -cámaras, sensores, señales de telefonía móvil o wifi- bajo una filosofía de cooperación institucional y open data. Esta aproximación impulsará la predicción inteligente de la movilidad, lo que nos permitirá detectar incidentes con antelación y tomar medidas preventivas. Otro paso más, no el único, pero sí significativo en la transición hacia una movilidad más sostenible en términos económicos, ambientales y sociales.
Fuente: Retina El Pais