Unos siete millones de drones recreacionales y 400.000 profesionales surcarán a diario los cielos de Europa en los próximos 15 años. Este sector, que generará un negocio de 14.000 millones de euros en la UE y 110.000 puestos de trabajo (en torno a un 10% en España), exige una regulación que ya se está aplicando y una infraestructura de control en la que se trabaja en estos momentos.
Habrá aeropuertos para drones, pasillos aéreos, normas de circulación y sistemas de regulación del tráfico que pasan por la red de telefonía móvil, la inteligencia artificial y la automatización. Así es el futuro inmediato para el que en estos momentos se trabaja y en el que se lleva pensando desde hace una década.
Todo indica que la conquista del aire para cientos de aplicaciones tecnológicas en todos los ámbitos y la movilidad general de personas y mercancías es imparable. Y hay que anticiparse. “Tenemos los mismos problemas que hace un siglo, cuando el automóvil tomó las calles”, resume Javier Viejo, director de UTM (Unmanned Traffic Management) en Indra, la empresa tecnológica española presente en 160 países y que controla el tráfico aéreo de India, el 65% de China y la mayor parte de Europa. Con ellos, las agencias gubernamentales y de la UE avanzan en la misma dirección con planes como Sesar, Domus o Save Drone.
Viejo no duda de que el dron va a ser una herramienta fundamental y trabaja junto a Javier Barcala, responsable del área de drones de la misma compañía, para anticipar los problemas de seguridad, privacidad, ruido y sostenibilidad (como los residuos de las baterías), entre otros, que supondrá la generalización de los aparatos multirrotores.
Una tarjeta SIM en cada dron
Uno de los problemas más acuciantes es el control del tráfico aéreo sobre zonas urbanas, por debajo de la capa por la que vuelan los aviones actualmente y fuera de los espacios restringidos para ellos. Esa parte seguirá con los mecanismos actuales de control. Pero el resto estará completo de drones. Para el control de esos últimos (identificación, plan de vuelo, seguimiento, observancia de las normas y modificaciones de intenciones) se trabaja con el uso de la red de telefonía móvil como la fórmula más adecuada. “Los drones estarán obligados a llevar un dispositivo como la tarjeta SIM sin el que no se podrá volar”, advierte Barcala, quien explica que esta conexión permanente permitirá las labores de control automatizadas y evitar conflictos o incidentes. El sistema generará órdenes a los pilotos o al propio dispositivo.
La irrupción próxima del 5G, que multiplica la capacidad de intercambio de información y la velocidad de respuesta de los dispositivos a las órdenes, facilitará estas labores. Pero, aun así, esta banda, que tendrá zonas de sombra durante un tiempo o puede presentar suspensiones o fallos temporales, se complementará con otros sistemas de radiofrecuencia.
“Dronopuertos” y vías aéreas
Conforme avance el transporte de mercancías y el de personas (colectivo y privado), se generarán “estructuras aéreas virtuales”, en palabras de Javier Viejo. Serán como pasillos aéreos asignados para el vuelo ordenado, a velocidad y altitud obligatorias, con el fin de maximizar la seguridad y evitar impactos. También se articularán sistemas avanzados de información meteorológica a escala muy local y se interactuará con las estructuras de las ciudades inteligentes. “No habrá semáforos ni rotondas, pero sí gestión automatizada del tráfico”, ironiza el responsable de UTM en Indra. “Será más como una vía de tren”, simplifica Barcala para explicarlo.
Las ciudades también tendrán que habilitar lo que Viejo se aventura a bautizar como “dronopuertos”, espacios en los que dejar los vehículos voladores (o el módulo de vuelo, en el caso del prototipo de Audi) y seguir por carreteras y calles u optar por otros sistemas de transporte más convencionales. Ya se trabaja en qué tipo de infraestructura se precisará y que tendrá que incluir puntos de recarga, ya que el futuro del dron es eléctrico.
Fuente: El Pais