¿Cómo será el futuro del trabajo? Las sociedades modernas llevan haciéndose esta pregunta e intentando responderla desde que la revolución industrial comenzó a separar el tiempo entre el ocio y el negocio, dando así nacimiento al actual concepto de trabajo. Y ese ha sido el ‘late motiv’ con el que ha escogido la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebrar su centenario, arropada por los máximos representantes institucionales del mundo del trabajo catalán.
La OIT fue fundada hace exactamente cien años y un día, el 11 de abril del 1919, en el marco de las negociaciones que pusieron fin a la primera guerra mundial, concretadas en el Tratado de Versalles. Entonces se entendió que el nuevo mundo a reconstruir tras el horror de la guerra debía pasar por el “trabajo verdaderamente humano, es decir, lo que hoy llamamos trabajo decente”, ha explicado el director general de la OIT en España, Joaquín Nieto. Algo que las sociedades modernas no deben sacrificar en aras de las venideras revoluciones tecnológicas, según ha insistido Nieto.
Los diferentes ponentes a lo largo de la conferencia han coincidido en la decadencia que vive hoy en día el paradigma del trabajo tal como se hereda del siglo XX. “Trabajar ya no significa estar fuera del riesgo de la pobreza, […] el pacto entre capital y trabajo del ‘new deal’ se ha roto”, ha resumido el ‘conseller’ de Treball de la Generalitat, Chakir El Homrani. No obstante, el ‘conseller’ también ha recordado que dicha decadencia, acelerada tras el estallido de la reciente crisis económica, es más bien el declive de una parte del mundo del trabajo: la del hombre blanco, nativo y de mediana edad. Pues la precariedad entre las mujeres, los migrantes y los jóvenes “ahora es más visible, pero siempre ha existido”, ha afirmado.
¿Cómo se organizarán las relaciones laborales del futuro?
La hipótesis en la que han coincidido, aunque con matices, Govern, patronal y sindicatos es en que para que los efectos disruptivos del salto hacia la industria 4.0 y la automatización no se tornen en nocivos, los escenarios de diálogo a tres bandas son necesarios y claves. La propia OIT es un ejemplo de dicha concertación. No obstante, las nuevas formas del trabajo implicarán nuevas formas de relacionarse entre los actores. “Más que afiliados a los sindicatos, en un futuro lo que habrá serán más autónomos en Pimec”, ha afirmado, en una frase a caballo entre la ironía y el análisis, el vicepresidente de Pimec, Antonio Cañete.
El declive del trabajo asalariado es un mantra que se ha repetido a lo largo de la jornada y que los sindicatos se resisten a aceptar. “No podemos estar inventando en todo momento, teniendo todavía pendientes grandes consensos de país”, ha afirmado el secretario general de CCOO en Catalunya, Javier Pacheco, haciendo referencia al pacte nacional per la industria, la renda garantida de ciudadanía o a las estrategias de políticas activas del Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC). Todos ellos en vías de desplegarse en toda su definición inicial.
Es en ese contexto, de una mayor liquidez en detrimento de lo sólido que caracterizó a parte del mundo del trabajo en el siglo XX, en el que las patronales ven clave la formación continuada. “No puede ser que tengamos demanda de profesionales y estos no estén en el mercado de trabajo”, ha afirmado la presidenta de la Comisión Laboral y de Recursos Humanos de Foment del Treball, María Ángeles Tejada. Una demanda de mayor formación que el secretario general de UGT de Catalunya, Camil Ros, ha exigido que las empresas retornen con mayores salarios para evitar su fuga al extrangero.
Fuente: El Periodico