Con los tiempos que corren, pensar en un plazo de cinco años da francamente vértigo. El desarrollo tecnológico, al calor de la Industria 4.0, avanza tan rápido que puede resultar pretencioso aseverar al 100% cómo serán las máquinas del futuro. Sin embargo, sí podemos decir por dónde van las tendencias y hacia dónde hay que dirigirse. Lo que también parece evidente es que no podemos mirar hacia otro lado a la espera de que los desarrollos y las innovaciones nos vengan dados por otros. La competencia no se detiene y es esencial en este momento ser capaz de predecir cuál será el rol y el comportamiento de los diferentes actores en la transformación digital de la industria (máquinas, software, plataformas, protocolos de comunicación), para, de este modo, ser protagonistas e, incluso, liderar el cambio de paradigma frente al que nos encontramos.
Planteada esta premisa, ¿cómo debería ser la máquina del futuro? Hagamos un poco de historia. Los pilares de la Primera Revolución Industrial eran fabricar más y más barato; en la Segunda llegó la fabricación en masa; con la Tercera, la electrónica e Internet modernizan las plantas; y en la Cuarta nos enfrentamos a la hiperconectividad e interoperabilidad, donde la máquina tiene que explotar no solo las tecnologías físicas, sino también las tecnologías digitales. Y lo hará en un entorno sensorizado, en el que las máquinas estén conectadas para que la información fluya, se comparta y se almacene en la nube, y allí ser analizada gracias a la inteligencia artificial y al machine learning. Esto posibilita arrojar nuevos datos, esta vez, predictivos y prescriptivos, que ayudan a las aplicaciones software y a las personas a tomar mejores decisiones.
Para ello, es fundamental que las máquinas y los sistemas software que las programan y planifican se entiendan y se comuniquen entre sí. En este momento no existe aún un lenguaje estándar, al menos en la industria de la chapa, por lo que en ocasiones tenemos que trabajar máquina a máquina para incorporarlas al ecosistema software.
En cualquier caso, lo importante no va a ser tanto el protocolo de comunicación, sino la publicación de servicios de lo que la máquina ofrece como un elemento más en la solución software. No se trata de que la máquina arroje datos, sino que dé respuesta a preguntas, ya se las plantee una solución MES o CAM, o un sistema para la gestión del mantenimiento.
En este sentido, la gestión de la fabricación (MES) deberá de ser capaz de sacar el máximo partido a la máquina en un sistema conectado. Para ello, tendrá que estar verticalizado para conocer qué servicios ofrece la máquina y cómo aprovecharlos. Se trata de hacer valer su capacidad de orquestar la fabricación de la planta a partir de los servicios.
En cuanto a la adaptación del software de programación de las propias máquinas (CAM), se debería centrar en conocer el resultado que precisa el cliente, calidad, costes, tiempo, y todos aquellos elementos que pudieran tener efecto en el proceso de fabricación.
Otra característica de la máquina inteligente es que trabaja con total autonomía y, en la medida de lo posible, no debe de estar parada. Ahora bien, para poder utilizar y aprovechar al máximo las capacidades tecnológicas para la resolución de los problemas es necesario elevar parte de los procesos a la nube. Ya hay iniciativas en las que se está categorizando qué parte del software y sus datos asociados deben de permanecer cercanos a la máquina, qué datos en redes locales o privadas y qué parte en cloud. Esta arquitectura mixta es la que nos debería de asegurar la máquina con alta productividad y a la vez resolver los problemas de una manera más efectiva gracias a las nuevas tecnologías.
En resumen, la máquina del futuro será inteligente gracias a los nuevos habilitadores tecnológicos de la Industria 4.0, que confluyen en el universo cloud y que facilitarán una producción más eficiente, anticipando picos de demanda o bien problemas de stock, por ejemplo, y, en consecuencia, se reducirán los costes, lo que redundará en una mayor competitividad de la fábrica y de la empresa en su sector.
Fuente: Retina El Pais