Algunos de los miembros protésicos más avanzados están dotados de sensores que los hacen capaces de medir la presión que están ejerciendo, emulando el funcionamiento de nuestra piel, lo que permite que sean capaces de agarrar cosas blandas sin aplastarlas.
Pero estos sensores necesitan electricidad para funcionar, electricidad que se almacena en una batería incorporada a la prótesis que hay que cargar de vez en cuando. Sin embargo, un grupo de ingenieros del grupo de Electrónica Flexible y Tecnología de Sensores de la Universidad de Glasgow dirigidos por Ravinder Dahiya ha desarrollado una piel artificial capaz de generar ella misma la electricidad necesaria para el funcionamiento de los sensores de presión que incorpora.
Esto es gracias al uso de grafeno, una forma de carbono, que es extremadamente fuerte a la vez que flexible, como componente de los sensores, pues el grafeno además es transparente. Esto ha permitido a Dahiya y su equipo utilizarlo para fabricar su piel artificial de tal forma que unas células fotoeléctricas situadas debajo de la capa de grafeno produzcan sin problemas los 20 nanovatios de electricidad por centímetro cuadrado que necesitan los sensores para funcionar.
La electricidad no consumida por los sensores puede además utilizarse para recargar las baterías, lo que da más autonomía al funcionamiento del miembro artificial. Pero los creadores de esta nueva piel artificial son más ambiciosos que eso y esperan mejorar el proceso lo suficiente como para que estas células fotoeléctricas u otras similares pero más eficaces puedan llegar a proporcionar toda la electricidad que necesite la prótesis, incluyendo la de los motores que la mueven, haciéndola autónoma en lo que se refiere a sus necesidades energéticas.
Por otro lado, trabajan en aplicar técnicas de impresión 3D a la producción de su piel para que se pueda producir a un precio razonable que permita que no solo sea usada en las prótesis de mayor precio.
Fuente: EL PAÍS