Investigadores de la Escuela Cockrell de Ingeniería de la Universidad de Texas, en Austin, han inventado un nuevo material flexible capaz de convertir en “inteligente” cualquier ventana.
Cuando se incorpora en ventanas, techos solares o incluso superficies de vidrio curvado, este nuevo material tiene la capacidad de controlar el calor y la luz del sol. Sus virtudes serán expuestas en el número de septiembre de Nature Materials. En el proyecto han colaborado investigadores españoles de Ikerbasque.
El avance de la profesora Delia Milliron y su equipo es un nuevo proceso de baja temperatura para revestir el nuevo material inteligente en plástico. Hace así que sea más fácil y más barato de aplicar que los recubrimientos convencionales producidos directamente sobre el cristal en sí.
El equipo ha desarrollado un dispositivo electrocrómico flexible que, con una pequeña carga eléctrica (alrededor de 4 voltios), puede aclarar u oscurecer el material y controlar la transmisión de la radiación del infrarrojo cercano que produce calor. Tales ventanas inteligentes representan un ahorro en las facturas de refrigeración y calefacción para hogares y negocios.
El proceso de baja temperatura genera un material con una sola nanoestructura, que dobla la eficiencia del proceso de coloración en comparación con el revestimiento producido por el proceso de alta temperatura convencional. Se puede conmutar entre incoloros y tintados más rápidamente, usando menos energía.
El nuevo material electrocrómico, como su contraparte procesado a alta temperatura, tiene una estructura amorfa, lo que significa que los átomos carecen de cualquier organización de largo alcance como se encontraría en un cristal.
Sin embargo, el nuevo proceso obtiene una disposición de los átomos en una estructura lineal, de tipo cadena. Mientras que los materiales amorfos convencionales que se producen a alta temperatura tienen una estructura más densa tridimensionalmente en condiciones de servidumbre, el nuevo material linealmente estructurado, hecho de óxido de niobio químicamente condensado, permite que los iones fluyan dentro y fuera con mayor libertad. Como resultado, es dos veces más eficiente que el material de la ventana inteligente procesado convencionalmente.