El smartphone se ha convertido en los últimos años en una herramienta de control de la salud personal. Junto con los wearables –a veces sin ellos– los móviles nos indican cuánto hemos caminado, cuánto debemos hacerlo y registran otros parámetros, como el pulso. En nuestro teléfono se almacenan estos datos y de ellos se pueden extraer conclusiones, recomendaciones ligeras para mejorar nuestro estado de salud.
Pronto tal vez otros dispositivos vayan más allá de los wearables, para darnos información continua sobre nuestro cuerpo. Un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology, en Boston, ha creado una cápsula inteligente que se puede ingerir. Una vez que haya sido tragada y haya alcanzado el estómago, se disuelve y descubre un diminuto dispositivo se abre en forma de ‘Y’ para desplegar la tecnología que lleva.
La cápsula puede liberar medicamentos una vez abierta. Pero, lo que resulta más sorprendente, el dispositivo dispone de conexión bluetooth. Esta conectividad le sirve para conectarse con un smartphone muy cercano –el del paciente– y enviarle datos.
Los investigadores han hecho posible que el dispositivo pueda monitorizar la temperatura del cuerpo. De tal manera que el usuario puede estar informado de este parámetro de forma continuada a través de su smartphone. Los investigadores también creen posible hacer que la cápsula pueda liberar medicamentos mediante una orden del teléfono.
Anteriormente los científicos ya habían desarrollado una cápsula que monitorizaba otros parámetros biológicos, como el pulso o la respiración. En esta ocasión, el dispositivo se ha impreso en 3D y tiene una duración de un mes. A partir de este lapso sus partes se separan y abandona el cuerpo a través del aparato digestivo.
El dispositivo cuenta con una pequeña batería de óxido de plata, no dañina para el cuerpo. Aunque los científicos exploran otras posibilidades para aportar energía al sistema. Una de ellas es el uso de los ácidos del estómago.
El propósito general de la cápsula inteligente es apoyar la salud de personas que reciben tratamientos de quimioterapia o que se tratan con inmunosupresores. Tener uno de estos dispositivos en el estómago permitiría liberar antibióticos de forma rápida al menor signo de infección. Aunque la monitorización de la temperatura –o, en el futuro, otros parámetros– serviría también para controlar la salud de cualquier persona.
Por el momento los científicos solo han probado estas cápsulas en cerdos, aunque esperan hacer las pruebas pertinentes en humanos dentro de dos años. Y, por si alguien tiene dudas sobre la ciberseguridad del dispositivo, este solo responderá a una conexión bluetooth que se encuentre a unos centímetros de distancia.
Fuente: Tecnoxplora