En 2015 abría el hotel Henn-Na, en Japón, con robots que formaban parte de la plantilla. En su momento se dijo que las máquinas eran la solución a todos los problemas. También que nos quitarían el trabajo. Hace una semana (2019) la mitad de la plantilla robotizada era “despedida”. No eran útiles.
Ahora se dice que los robots no sirven para nada. La verdad, suponiendo que seamos capaces de encontrarla, seguramente que se encuentre entre esos dos enunciados polarizados. IA y robótica sin duda nos acompañarán en el futuro, pero hemos de aprender a usarlas. Cuando lo hagamos, viviremos mejor.
Robotizar por robotizar no es la solución
Como ya sabrán los propietarios del hotel Henn-Na, robotizar por robotizar no parece ser la solución para atender a los clientes. De nada sirve instalar inteligencia artificial en el interfono de la habitación si el asistente virtual despierta a los clientes porque no entiende qué quieren decir con sus ronquidos.
Además, en el Henn-Na se han dado cuenta de que no sale a cuenta cambiar toda la plantilla robótica cada dos o tres años. Quizá esto sea una realidad en una década, pero actualmente cada robot cuesta demasiado. Además, siguen sin ser tan útiles como nos gustaría, aunque los robots ya realizan muchas tareas.
No cabe duda de que las máquinas pueden sernos de ayuda. También la inteligencia artificial. Esa que ya usas cada vez que haces una búsqueda en internet. Sin embargo, el añadir mecanismos automáticos a cualquier dispositivo solo por el hecho de poder hacerlo no tiene por qué ser buena idea.
¿De qué me sirve un velocirraptor robótico como botones si no entiende a los clientes? De poco. Sin embargo, cualquier persona es capaz de poner voluntad y hacer un esfuerzo por encima de sus capacidades nominales a la hora de atender al usuario. Un robot, de momento, no.
Inteligencia artificial, robótica y calidad de vida
No hay consenso en si la inteligencia artificial es tecnología o ciencia. Pero sea cual sea la respuesta, sabemos que la IA es una herramienta. Como todas las herramientas previas (cuchillo, martillo, papel, chip, internet…) hemos de aprender a usarla. Una vez logrado este hito, que es complejo, seremos capaces de sacarle partido y mejorar nuestra calidad de vida.
Real men activity. Selective focus on robotic toys driven by extremely excited friends sitting on the floor and battling while playing during their leisure time.
Pensemos en el cuchillo, un utensilio tan capaz de infringir daño y matar al “enemigo” como de ayudarnos a operar a una persona enferma. El martillo puede hundir clavos en la madera o hacer añicos un cráneo. Esto mismo, de forma metafórica, ocurre con ciertos escritos tóxicos, mientras que otros nos sirven para aprender y construir conocimiento.
Toda herramienta puede ser empleada para aumentar la calidad de vida. La IA y la robótica no son excepciones, y hay aplicaciones puntuales en las que ya se observan claras mejoras. La aspiradora autónoma, que nos libera del tiempo de nuestros quehaceres, es un ejemplo. Podríamos seguir con máquinas virtuales capaces de saber si estamos enfermos mucho antes que nosotros.
Todas las métricas demuestran que la tecnología nos viene bien
Hasta ahora, y que conste que hablamos en términos generales, no hay ninguna métrica que diga que la humanidad va a peor. De hecho, la tecnología nos ha colocado en el camino del bienestar.
Nunca hemos tenido una renta (global) mejor que la actual. La educación jamás ha sido tan exenta ni ha dejado a tan pocos fuera. La longevidad sigue extendiéndose mes tras mes (arriba).
Nunca han fallecido tan pocos niños (abajo). La desigualdad en ingresos se ha reducido. La democracia se está convirtiendo en el régimen más común. Los conflictos armados están desapareciendo.
Nada de lo anterior habría sido posible sin el auge de la tecnología a mediados del siglo XVIII. De su avance hasta nuestros días. La robótica que entró a finales del XIX en las cadenas de producción nos han dado una calidad en materiales y bienes que han hecho posible, entre otros, la medicina y la educación moderna.
La inteligencia artificial, incluso en la etapa incipiente en la que vivimos, ya ha logrado hitos remarcables. IA y robótica no son la panacea. Por sí mismas no son capaces de mejorar nuestras vidas. Sin embargo, ya hemos empezado a notar su presencia y a vivir mejor gracias a ellas.
Fuente: Lenovo