Regresar a la tecnología de los relojes de cuerda y de los autómatas solo mecánicos para crear un robot capaz de operar allá donde ninguno electrónico tiene buenas perspectivas de sobrevivir.
Esta es la sorprendente iniciativa en la que está trabajando un equipo del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, en Pasadena, Estados Unidos. El robot, que circularía por la infernal superficie del planeta Venus, se está diseñando con una filosofía derivada de los primitivísimos ordenadores mecánicos (hechos con una tecnología muy similar a la de los relojes de cuerda).
Este singular robot, el AREE (por las siglas en inglés de Automaton Rover for Extreme Environments) fue propuesto por vez primera en 2015 por Jonathan Sauder, un ingeniero mecatrónico del JPL. Se inspiró en los ordenadores mecánicos, que para realizar cálculos utilizan engranajes y otras piezas mecánicas, en vez de electrónica. También le ayuda Evan Hilgemann, un ingeniero del JPL que trabaja en diseños de alta temperatura para el AREE.
Evitando el uso de electrónica, un robot móvil podrá explorar la superficie de Venus durante muchísimo más tiempo que los vehículos de aterrizaje que han logrado funcionar en ella. Las presiones infernales en el planeta aplastarían a la mayoría de submarinos. Su temperatura media en superficie es de 462 grados centígrados, bastante alta como para fundir el plomo.
Los ordenadores mecánicos se han utilizado a lo largo de la historia, principalmente como calculadoras, como por ejemplo las cajas registradoras enteramente mecánicas, que se utilizaban en tiendas para calcular el importe a pagar por el comprador, hasta que el ordenador personal asumió esa función. De entre todos los diseños de ordenador mecánico, el más famoso probablemente sea la máquina analítica de Charles Babbage, un invento del siglo XIX que, de haberse construido en su época, habría sido un revolucionario ordenador para todo tipo de usos. El dispositivo más antiguo conocido de entre todos los calificables como calculadoras o computadoras mecánicas es el mecanismo de Anticitera, un aparato con más de dos mil años de antigüedad usado por los antiguos griegos para predecir fenómenos astronómicos como los eclipses.
Los ordenadores mecánicos también fueron desarrollados como obras de arte. Durante cientos de años, se usaron mecanismos de relojería para crear autómatas encargados por mecenas ricos. En la década de 1770, un relojero suizo llamado Pierre Jaquet-Droz creó el “Escritor”, un autómata que podía ser programado para escribir cualquier combinación de letras.
Estas tecnologías analógicas ahora nos podrían ayudar en situaciones donde la electrónica normalmente falla. En entornos extremos como la superficie de Venus, la mayor parte de la electrónica que no esté refrigerada ni aislada se fundirá debido a las altas temperaturas y se corroerá debido al ácido sulfúrico de la atmósfera.
Venus es demasiado hostil para el tipo de sistemas de control complejos que se emplean en los robots enviados a Marte. Pero un robot completamente mecánico podría ser capaz de sobrevivir hasta un año, en opinión de Sauder. Ninguna nave espacial ha sobrevivido en la superficie de Venus durante más de un par de horas.
La fuente de energía que emplearía el robot en la superficie de Venus sería el viento.
Sauder y Hilgemann se están preparando para “cocer” a varios prototipos mecánicos, lo que les permitirá estudiar cómo podría afectar la expansión térmica a sus partes móviles. En esto, siguen el ejemplo de los pioneros en la robótica para la superficie de Venus: algunos componentes de las naves de aterrizaje soviéticas enviadas a la superficie de Venus fueron diseñados con la expansión térmica en mente: sus piezas no funcionaban adecuadamente hasta ser calentadas a las temperaturas de Venus.
Las comunicaciones serán otro problema. Sin electrónica, ¿cómo se transmitirán los datos científicos? Los planes actuales están inspirados en otra tecnología antigua: el código Morse. Una sonda en órbita podría enviar una señal al robot usando un radar. Este último tendría un blanco para él, que si tuviese la forma adecuada, actuaría como una especie de dispositivo de ocultación a la inversa, según Sauder. Los aviones con capacidad de ocultación frente al radar tienen formas especiales que dispersan las señales de radar; Sauder está explorando cómo dar forma a estas dianas para que en vez de eso reflejen las señales de forma muy brillante. Añadiendo un obturador rotatorio en frente de la diana para el radar, se permitiría que el robot activara o desactivara el punto reflejado, comunicando así sus señales de forma muy parecida a como lo hacen los faros señalizadores de los barcos de la marina estadounidense.
Fuente: noticiasdelaciencia.com