Una frase atribuida a uno de los grandes directores de orquesta del siglo XX, Herbet von Karajan, aseguraba que “el arte de dirigir consiste en saber cuándo hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta”.
Sea o no cierto que la frase fuera pronunciada alguna vez por el austriaco, el aforismo es brillante porque pone de manifiesto un pensamiento que han compartido muchos aficionados a la música. Anthony Burguess (compositor y novelista, autor de la famosa La naranja mecánica que Stanley Kubrick adaptó al cine) lo expresó en un artículo cargado de ironía: “Subirse a un podio y darle vida a una orquesta no requiere ninguna pericia especial. Es más difícil ser cobrador de autobús o revisor de tren. Al fin y al cabo no es absolutamente necesario que haya un señor moviendo un palito en el podio (…) Los admiradores de los directores de orquesta creen que ellos podrían hacer su trabajo moderadamente bien, y hasta cierto punto así es”.
Tal vez Burguess exagerase, porque no está claro que cualquiera pueda dirigir a unas decenas de músicos profesionales para que interpreten, pongamos por ejemplo, a Verdi. Pero quien sí puede hacerlo es YuMi, un brazo robótico que debutó hace un año dirigiendo la orquesta filarmónica de Lucca en una velada en la que precisamente se interpretó, entre otras piezas, la famosa La Donna è Mobile, de la ópera Rigoletto. El tenor Andrea Bocelli estuvo entre quienes fueron dirigidos por el robot, que sustituyó a quien había sido su instructor, el maestro Andrea Colombini, el director habitual de la orquesta: “la idea de YuMi fue del profesor Franco Mosca, que es el presidente del festival de la robótica. Franco me conoce muy bien porque viene a nuestros conciertos y a nuestras actuaciones. Y me lanzó esta propuesta sabiendo que me gustan mucho los retos. Al principio no tenía dudas, pero sí un poco de incertidumbre”. Las dudas de Colombini se disiparon cuando vio a YuMi en el centro de ABB de Milán, ya que descubrió una máquina creada para aprender gestos y tareas rápidamente, sin necesidad de que el usuario conozca un lenguaje de programación.
Andrea Cassoni, director general de robótica de ABB, destaca tanto la rapidez en el aprendizaje del robot (necesitó solo dos sesiones con Colombini) como su precisión: es capaz de enhebrar una aguja, dos cualidades que ya quisieran poseer la mayoría de aspirantes a dirigir una orquesta. Colombini asegura que YuMi le conquistó nada más conocerle puesto que le hizo una de las cosas que más le gustan en el mundo… “un café”. Para quienes ya vislumbran un futuro tenebroso en el que las máquinas se apropian incluso de los trabajos aparentemente más creativos, Cassoni les tranquiliza: “podemos dejar que YuMi haga las actividades más repetitivas las más continuadas y las que requieren más capacidad congnitiva. Las de los humanos, que las realicen los humanos”.
Fuente: El Futuro es Apasionante El Pais