Un avión es un lugar cerrado y con escasa ventilación que compartimos con varias docenas o incluso cientos de personas. Un entorno así parece apropiado para que se propague una enfermedad, pero qué probabilidades hay de que un viajero se infecte si en su avión también viaja una persona enferma. Según un equipo de investigadores, la probabilidad no es tan alta como un podría suponer, siempre y cuando no estemos sentados cerca del enfermo.
“Nuestros resultados indican que hay una baja probabilidad de transmisión directa a los pasajeros que no están sentados cerca de un pasajero infectado”, aseguran los autores en un estudio que ha sido publicado en la revista PNAS.
La posible transmisión de enfermedades infecciosas a bordo de un avión es un importante problema de salud mundial, ya que las líneas aéreas mueven más de 3 mil millones de pasajeros al año, con lo que pueden servir como un conducto para la rápida propagación de pandemias emergentes.
En los últimos años se han documentado más de una docena de casos de transmisión de infecciones serias durante el vuelo. Sin embargo, se desconocen los riesgos reales de dicha transmisión.
Existen estudios sobre algunas enfermedades infecciosas como el síndrome respiratorio agudo grave, conocido por sus siglas en inglés SARS, o el H1N1p, uno de los virus de la gripe más agresivos, que indican que el viaje en avión puede servir como un conducto para la rápida propagación de infecciones y pandemias emergentes.
Aún así, también se sabe que en 2014, un pasajero infectado con Ébola voló de Cleveland a Dallas la noche antes de ser ingresado en un hospital y no infectó a nadie durante ese viaje.
Para intentar abordar este problema, un equipo de investigadores documentó los patrones de movimiento de los pasajeros y la tripulación en las cabinas de aviones de pasillo único durante 10 vuelos transcontinentales en EEUU y estudio la posibilidad de que se propagara una enfermedad respiratoria, como la gripe.
Las enfermedades respiratorias se transmiten principalmente en distancias cortas a través de las gotas que expulsamos cuando respiramos, tosemos o estornudamos. El movimiento de pasajeros y tripulación puede, por lo tanto, facilitar la transmisión de enfermedades al poner a más personas en contacto cercano con una persona infectada.
Los autores utilizaron los datos sobre los movimientos de pasajeros y tripulación para modelar la transmisión de la gripe durante un vuelo, utilizando el ejemplo de una persona infectada sentada en el medio de la cabina.
La conclusión del estudio es que los pasajeros sentados en una misma fila y a una distancia máxima de dos asientos laterales del pasajero infectado tienen una probabilidad del 80% o superior de infectarse, mientras que el resto de los pasajeros tiene una probabilidad de infección inferior al 3%. Por otro lado, un miembro de la tripulación enfermo podría infectar a un promedio de 4,6 pasajeros por vuelo.
Aún así, los investigadores recuerdan que estos datos no se pueden extrapolar a vuelos domésticos de corto alcance o vuelos internacionales. Según los científicos, “en nuestros vuelos de estudio, la mitad de los pasajeros nunca abandonaron sus asientos durante el vuelo”, mientras que “en vuelos de corto alcance, la cantidad de movimiento puede ser mucho menor”.
Por el contrario, “en vuelos internacionales más largos, habrá sustancialmente más movimiento de pasajeros y tripulación, lo que llevará a muchos contactos cercanos adicionales”, lo que podría aumentar la probabilidad de infecciones.
Fuente Tecnoxplora