Un equipo de científicos del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) y de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) encontró evidencias de que dos bacterias —presentes en el intestino de niños mexicanos— podrían estar asociadas con la obesidad infantil, un problema de salud que afecta a tres de cada diez niños en edad escolar en nuestro país.
Los investigadores analizaron los microorganismos presentes en un grupo de 138 niños de entre seis y doce años de edad, 67 de ellos con peso normal y 71 con obesidad, y encontraron que la bacteria Bacteroides eggerthii era más abundante en niños con obesidad y que, por el contrario, una especie aún no clasificada de la familia bacteriana Christensenellaceae tenía mayor presencia en niños con peso normal.
Estos resultados no implican que las bacterias estén causando o protegiendo de la obesidad a los niños mexicanos, pero abren las puertas para seguir indagando si estos microorganismos aportan directa o indirectamente el desarrollo del padecimiento.
En el futuro, este conocimiento podría generar recomendaciones alimentarias para prevenir o tratar la obesidad en la población infantil del país, desde las cantidades adecuadas para el consumo de fibra, hasta la suplementación con cierto tipo de probióticos y prebióticos, explica Blanca Estela López Contreras, investigadora de la Unidad de Genómica de Poblaciones Aplicada a la Salud, UNAM/Inmegen, quien participó en el estudio.
La microbiota y la obesidad infantil
En el intestino humano habitan entre un billón y 100 billones de microorganismos pertenecientes a más de 800 especies distintas. Estos microorganismos pueden llegar a pesar hasta dos kilogramos y sobrepasan en número a todas las células humanas que constituyen a una persona.
Estos huéspedes forman la microbiota intestinal y son esenciales para el crecimiento y la nutrición de las personas, pero también se ha encontrado que dependiendo de su composición están asociados con el desarrollo de padecimientos complejos, como la obesidad y los problemas metabólicos.
En los últimos 10 años, en la base de textos científicos PubMed se hanpublicado alrededor de dos mil artículos científicos que mencionan en el título las palabras microbiota y obesidad. Sin embargo, solo 94 hacen referencia a la microbiota y la obesidad en niños. Así que el estudio de los científicos del Inmegen es uno de los pocos que describe la asociación de la microbiota y la obesidad en un país donde 30 por ciento de los niños sufre obesidad.
Esta escasez de información hizo que Blanca López y el equipo de investigadores pusiera atención en el tema.
Recolectar bacterias
Como primer acercamiento, los investigadores necesitaban saber qué tipo de bacterias habitan el intestino de los niños mexicanos, así que pidieron a los padres de 138 niños que recolectaran una muestra de heces en un frasco estéril, con una metodología que minimiza el riesgo de contaminar la muestra con bacterias del ambiente.
Una vez recolectada, mantuvieron la muestra en frío hasta llegar al laboratorio, donde tomaron pequeñas porciones y recuperaron el material genético de todas las bacterias presentes en las heces.
Los investigadores necesitaban una sección del material genético denominada ARN ribosomal 16S, que es un fragmento de ácido ribonucleico de los ribosomas de las bacterias. Este ARN tiene una tasa de mutación muy baja y se ha conservado sin alteraciones por largos periodos de tiempo, al extraerla los científicos pudieron compararla con el ARN ribosomal 16S de las bacterias conocidas y así identificar los microorganismos que se encontraban en las muestras.
La buena y la mala
Al analizar el ARN ribosomal 16S, encontraron que la microbiota intestinal de los niños con obesidad y los niños con peso normal era diferente, había dos bacterias que separaban a los niños: Bacteroides eggerthii y una especie que aún no se ha identificado pero que pertenece al grupo de bacterias Christensenellaceae.
Bacteroides eggerthii era más abundante en los niños con obesidad y la especie de Christensenellaceae, en los niños con peso normal.
Una vez identificadas estas dos bacterias, el grupo de investigación del Inmegen decidió analizar si otros científicos ya habían asociado estas bacterias con la obesidad y aprovecharon la información disponible en una base de datos libre llamada TwinsUK, que contiene información sobre 12 mil gemelos del Reino Unido.
Seleccionaron 279 individuos con peso normal y 130 con obesidad y obtuvieron resultados similares: encontraron Bacteroides eggerthii en mayor cantidad en los sujetos obesos y Christensenellaceae en los individuos con peso normal. Esto les dice que las bacterias no son exclusivas de la población infantil mexicana.
De hecho, otros estudios ya habían asociado Bacteroides eggerthii con la obesidad. Por ejemplo, en un artículo, publicado en la revista Gut Pathogens, se encontró que las altas concentraciones de Bacteroides eggerthii en niños de entre tres semanas y un año de edad aumentó el riesgo de que los infantes desarrollaran obesidad. En la revista PLOS ONE, un artículo asoció esta misma bacteria con el desarrollo de colitis en los roedores.
En cuanto a la especie de Christensenellaceae, los investigadores del Inmegen encontraron que estaba asociada, en los niños mexicanos, con una menor cantidad de lípidos sanguíneos y de ciertos aminoácidos relacionados con complicaciones metabólicas.
Difícil señalar culpables
A pesar de los avances en las investigaciones, los científicos aún no saben cómo es que estas bacterias influyen en el aumento de peso o en la acumulación de grasa, y aunque sospechan que algunas bacterias estarían asociadas con una mayor extracción energética de los alimentos, no están seguros de cómo es que esto sucede. Las interacciones entre el cuerpo humano y los microorganismos que lo habitan son complejas y la obesidad es un problema de salud multifactorial.
“Nosotros estamos viendo una diferencia en la composición de la microbiota intestinal de niños con obesidad. Pero de ninguna manera podemos afirmar que estas bacterias sean causales de la obesidad. Hasta el día de hoy no podemos decir que alguna bacteria es la responsable de la obesidad o de prevenir la obesidad, solo sabemos que algunas funciones abonan para el desarrollo de ciertos problemas”, insiste la maestra Blanca López.
La alimentación de los niños.
Con la información de los alimentos que consumían 25 niños con peso normal y 40 niños con obesidad, los investigadores observaron que no había diferencias en la cantidad de energía consumida por los dos grupos.Los investigadores también pidieron a los padres de los niños en el estudio que contestaran un cuestionario sobre la alimentación de sus hijos. De los 138 en el estudio, 65 respondieron el cuestionario.
Pero sí pudieron observar que un mayor consumo de fibra insoluble—presente en verduras y granos integrales— estaba asociado a una menor presencia de Bacteroides eggerthii en el intestino de los niños, justo la bacteria que encontraron en mayor cantidad en niños con obesidad.
“Desafortunadamente la información que obtuvimos de la dieta de los niños no fue tan completa, no logramos que todos los padres de cada grupo nos dieran toda la información sobre la alimentación de sus hijos, entonces nuestro análisis de dieta tuvo que ser en un subgrupo de niños”.
Blanca López opina que este tipo de investigaciones debe seguir avanzando para conocer cómo actúa cada bacteria en el organismo y cuáles podrían estar aumentando el riesgo o previniendo la aparición de la obesidad, y cuáles en realidad no están aportando nada al problema.
Fuente: Agencia Informativa Conacyt
Apoyo Conacyt
El trabajo fue publicado en la revista científica Pediatric Obesity y financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), mediante el Fondo Sectorial de Investigación en Salud y Seguridad Social SSA/IMSS/ISSSTE-Conacyt, mediante la clave de proyecto SALUD-2013-01-202859.