“Si alguna vez te has golpeado con un martillo, días e incluso semanas después incluso un leve toque en la zona afectada puede resultar doloroso”, ha reconocido uno de los autores de este trabajo que publica la revista Nature Communications, Zachary Campbell, que con su trabajo buscaba “interrumpir el inicio y la persistencia de los recuerdos del dolor”.
Para ello, su estudio se centró en bloquear la creación de proteínas que ponen en movimiento el dolor. Después de una lesión, las instrucciones proporcionadas por el genoma se traducen para crear proteínas de señalización del dolo, que están codificadas en moléculas llamadas ARN mensajero o ARNm.
El señuelo diseñado por el equipo de Campbell construido interrumpe el proceso de síntesis de proteína del dolor que facilita el ARNm, lo que reduce los signos de inflamación y el deterioro de los comportamientos de dolor.
“Cuando tienes una lesión, ciertas moléculas se producen rápidamente”, ha explicado este experto, que trabaja en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas. “Con este talón de Aquiles en mente, nos propusimos sabotear la serie normal de eventos que producen dolor en el lugar de una lesión. En esencia, eliminamos la posibilidad de que surja un estado de dolor patológico”, ha explicado.
La réplica de ARN diseñada por el equipo de Campbell se inyectó en ratones de laboratorio en el lugar de una lesión, y confirmó su capacidad para reducir la respuesta conductual al dolor. “Estamos manipulando un paso de la síntesis de proteínas”, dijo Campbell, que celebra que los resultados indican que “el tratamiento local con señuelo puede prevenir el dolor y la inflamación provocados por una lesión en el tejido”.
Un gran obstáculo para la creación de dicho compuesto basado en ARN fue la superación del rápido metabolismo de estas moléculas, que se degradan rápidamente en las células y no son buenos candidatos para el fármaco. “La estabilidad de nuestros compuestos es un orden de magnitud mayor que el ARN no modificado”, según Campbell.
Las células nerviosas especializadas llamadas nociceptores se comunican con su cerebro en respuesta a estímulos térmicos, químicos y mecánicos. Y parte del origen celular que causa el dolor posterior es iniciado por estas células, pero los mecanismos moleculares que están tras estos cambios persistentes son poco conocidos, por ello en su trabajo desarrollaron un inhibidor específico que arrojó luz sobre estos procesos y redujo la sensibilidad al dolor después de una lesión.
“Hasta donde sabemos, este es el primer intento de crear una mímica químicamente estabilizada para inhibir competitivamente el ARN e interrumpir las interacciones con las proteínas”, según los autores, que confían en que su prueba de concepto permita abrir un área completamente nueva de la ciencia “en virtud de la ruta en la que se está atacando”.
Fuente: EP