El impacto sobre la población de este problema de salud pública es similar al de la gripe, la tuberculosis y el sida juntos.
Más de 33.000 europeos mueren cada año por infecciones causadas por bacterias que han desarrollado resistencias a los antibióticos. Ese impacto sobre la salud de la población ya es parecido al que suman las tres principales enfermedades infecciosas: gripe, sida y tuberculosis. Esta es una de las principales conclusiones de una amplia investigación llevada a cabo por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, en sus siglas en inglés).
INFECCIONES POR BACTERIAS MULTIRRESISTENTES
Año 2015
Fuente: ECDC / The Lancet. EL PAÍS
El estudio, el mayor realizado hasta la fecha por esta institución, destaca que en un 39% de los casos las bacterias implicadas ya son inmunes a los antibióticos llamados de “última línea” como las colistinas y las carbapenemas. Esto, según el ECDC, dibuja un escenario “muy preocupante porque estos antibióticos son los últimos tratamientos disponibles”. “Cuando [estos fármacos] ya no son efectivos, es extremadamente difícil, y en muchos casos imposible, tratar estas infecciones”, defiende el organismo. El estudio sostiene que las causas de estas resistencias son debidas al mal uso de los antibióticos y a las insuficientes medidas de control y prevención de las infecciones.
La investigación está basada en datos recogidos a lo largo de 2015 de una gran red de hospitales de la Unión Europea, además de Noruega e Islandia. Sobre esta información, mediante estimaciones matemáticas, los autores calculan que ese año hubo 670.000 infecciones causadas por bacterias multirresistentes a “consecuencia de las cuales” murieron 33.110 pacientes. Estas estimaciones tienen en cuenta proyecciones sobre la población total de los países estudiados y la mortalidad atribuida a cada una de las bacterias, entre muchas otras variables.
La novedad más destacable del trabajo es que calcula por primera vez en este tipo de estudios el número de años perdidos debido a enfermedad, discapacidad o muerte prematura (DALYs, en sus siglas en inglés). Esta medida revela grandes diferencias entre los países investigados. Si la media europea asciende a 170 años por cada 100.000 habitantes, Italia y Grecia se sitúan a la cabeza superando holgadamente los 400 años perdidos, mientras Noruega, Holanda, Estonia e Islandia se sitúan por debajo de los 40.
“El hallazgo de 170 DALYs por cada 100.000 habitantes es similar a la suma del impacto sobre la población de las tres mayores enfermedades infecciosas, como son la gripe, la tuberculosis y el sida”, constata el estudio.
Los autores de la investigación destacan que casi dos de cada tres infecciones, un 63,5% del total, fueron “adquiridas en el sistema sanitario”, principalmente hospitales, lo que ofrece un “amplio margen de mejora” mediante la aplicación de medidas de prevención y control en los centros sanitarios”.
Las principales bacterias implicadas son viejas conocidas de los profesionales sanitarios, como el Acinetobacter spp,los Enterococos faecalis y faecium, la Klebsiella pneumoniae, el Staphylococcus aureus (MRSA) y el Streptococus pneumoniae. Se trata de patógenos muy comunes, sensibles inicialmente a todos los antibióticos, pero que en las últimas décadas han ido desarrollando inmunidad frente a varios tipos de antibióticos.
El trabajo ha sido llevado a cabo por expertos del ECDC en colaboración con decenas de expertos europeos y ha sido publicado en la revista de referencia The Lancet Infectious Diseases. Los autores admiten limitaciones en su trabajo ante la complejidad de las estimaciones matemáticas realizadas, pero defienden entre sus fortalezas “la alta calidad de las fuentes de datos”, en referencia a la recogida llevada a cabo por la Red Europea de Vigilancia de la Resistencia a los Antibióticos (EARS-Net, en sus siglas en inglés). Los expertos también defienden “la revisión sistemática de los últimos estudios publicados para obtener las mejores estimaciones sobre la mortalidad atribuible a las bacterias multiresistentes y sus complicaciones”.
El objetivo del trabajo es, según el ECDC, ofrecer a las autoridades europeas la última información disponible para hacer frente a un problema que “requiere una estrecha coordinación entre todos los países estudiados y a nivel global”. Ante las notables diferencias observadas entre los países, sin embargo, el ECDC insta a “reducirlas mediante medidas de prevención y control adecuadas”, así como “una gestión precisa de los antibióticos”. “Todo ello”, concluye , “debe ser un objetivo prioritario para todos los países”.
EL MÉDICO: “LOS PACIENTES ME LOS PIDEN”
La preocupación por el mal uso de los antibióticos es global. Si el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades alerta del problema en Europa, un trabajo presentado en el reciente congreso de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) celebrado en Palma alerta del margen de mejora en los centros de salud.
El estudio, que recoge las respuestas más frecuentes en una encuesta anónima a 120 médicos de la zona de Terrassa (Barcelona), destaca que la octava más repetida es que “si un paciente cree que necesita un antibiótico, lo conseguirá sin receta”. Algunos consideran que “prescribir un antibiótico no influirá en la aparición de resistencias”. Y, aunque minoritarios, los facultativos admiten: “A veces prescribo antibióticos porque me lo demandan los pacientes”; también “por falta de tiempo para explicaciones”; e incluso para “que sigan confiando en mí”.
El trabajo concluye que “aunque los médicos son conscientes del problema, existe un margen de mejora que justifica un Programa de Optimización del Uso de Antibióticos”.
Fuente: El País