La vaselina o cacao es un compañero inseparable en invierno, cuando el frío nos agrieta los labios, lo cual no solo es molesto o ligeramente doloroso, sino también embarazoso si la gente se da cuenta de que vas por la vida con la boca reseca y blanquecina. El remedio que muchos llevamos en el bolso o el bolsillo, sin embargo, puede ser peor que el propio mal.
Los bálsamos proporcionan un alivio temporal, pero al evaporarse dejan los labios aún más secos que al principio, creando un círculo vicioso. Además, algunos contienen ingredientes que pueden provocar irritación o sequedad, como el mentol o el cinamaldehído (responsable del sabor a canela), especialmente a las personas de piel sensible o con alergias.
Los productos que además le dan un toque brillante a nuestros labios pueden intensificar el daño que producen los rayos ultravioleta, ya de por sí mayor en esta zona porque las células contienen poca melanina (el pigmento que da color a nuestra piel). Porque no debemos olvidar que los labios, aunque parezcan muy distintos, son bastante parecidos al resto de la piel de nuestro cuerpo, con tres capas de células una encima de la otra. De exterior a interior: el estrato córneo (con función protectora y formado por células muertas), la epidermis y la dermis.
La mayor diferencia es que estas capas, y en especial la primera, son mucho más delgadas y vulnerables en los labios. Además, carecen de folículos pilosos o glándulas sebáceas, así que dependen de las células que están alrededor de los labios para mantenerse hidratadas. De ahí que se resequen más fácilmente, sobre todo en invierno.
Por todo esto, los especialistas recomiendan usar bálsamos o ungüentos labiales emolientes con factor de protección solar (FPS). Además, usar un humidificador en casa y beber más agua para mantenerse hidratado son consejos que debemos seguir para evitar que los labios se resequen y agrieten cuando aprieta el frío.
Fuente: Tecnoxplora