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Por lo general, las cefaleas, las migrañas o el dolor en alguna zona de la cabeza, como los ojos, los oídos o la dentadura, nos producen mayor malestar que los dolores en otras partes del cuerpo. Pero ¿por qué? Un equipo dirigido por Erica Rodríguez, de la Universidad Duke en Durham, ha descubierto en ratones una posible causa. Al parecer, las células nerviosas que transmiten la señal de estos estímulos se hallan mejor comunicadas con los centros cerebrales que procesan las sensaciones nocioceptivas.
El dolor de cabeza o de muelas no se limita a una percepción subjetiva. Las exploraciones mediante neuroimagen muestran que esta sensación activa con mayor intensidad regiones como la amígdala en comparación con dolores similares en los brazos o las piernas. La amígdala desempeña un papel destacado en la valoración emocional de las situaciones, por lo que se la considera “centro cerebral del miedo”.
Para averiguar las causas de este fenómeno, Rodríguez y su equipo estimularon la cara y las patas de unos ratones y observaron qué ocurría en el cerebro de los animales en esos momentos. Descubrieron que, en el caso de las sensaciones desagradables en el rostro, se activaba el núcleo parabraquial, región cerebral implicada en el procesamiento del dolor y que conduce las señales directamente a la amígdala. Al examinar el fenómeno más en detalle, descubrieron que cada neurona sensorial que envía al encéfalo los estímulos dolorosos procedentes de la cabeza y de la cara posee una conexión directa con el núcleo parabraquial, y, con ello, hacia la amígdala. Cuando activaron artificialmente esa vía, los roedores mostraron más signos de dolor y estrés. Si cesaban esa actividad, la sensación dolorosa en los animales disminuía. Según informan los autores, las neuronas sensoriales encargadas de los estímulos en otras partes del cuerpo presentan conexiones indirectas con el núcleo parabraquial.
Los hallazgos sugieren que las molestias no se deben a que la intensidad del dolor de cabeza o de muelas sea mayor, sino que depende, sobre todo, de cómo lo valoramos emocionalmente. Dicho de otro modo, parece que nuestro cerebro está entrenado para considerar ese dolor más grave y peligroso. Aunque el estudio no proporciona información acerca del objetivo para el cual se ha desarrollado dicha conexión, los científicos confían en que sus hallazgos contribuyan al desarrollo de nuevos métodos terapéuticos en un futuro. Si se lograse inhibir el procesamiento directo de las señales nocioceptivas, quizá podría aliviarse la migraña o la cefalea crónica de muchos pacientes.
Fuente: investigacionyciencia.es