Un nuevo estudio publicado en la revista Scientific Reports muestra que el parásito Toxoplasma gondii, que normalmente se transmite de los gatos a los humanos, desencadena cambios en el cerebro que pueden empeorar las enfermedades neurológicas como el alzhéimer, el párkinson y la epilepsia.“Este estudio es un cambio de paradigma”, dice uno de los 32 coautores del artículo, el neurocientífico Dennis Steinler. “Ahora tenemos que insertar las enfermedades infecciosas en la ecuación de las enfermedades neurodegenerativas, la epilepsia y los cánceres neuronales”.
La investigación, en la que han participado 16 instituciones diferentes de Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Canadá, identifica vulnerabilidades importantes en el cerebro humano que permitirían al parásito alterar el curso de una enfermedad neurológica con el potencial de empeorarla.
Además de propagarse de gatos a seres humanos, el parásito T. gondii puede contraerse por transmisión congénita de madre a hijo o por consumir alimentos poco cocinados. En Estados Unidos, una de cada diez personas estaría infectada. En el mundo, al menos dos mil millones de personas tendrían toxoplasmosis.
Los hallazgos podrían servir de guía para diseñar nuevos medicamentos y tratamientos con los que reparar y prevenir el daño neurológico causado por el parásito T. gondii . “Desde fármacos hasta cambios en la dieta y el estilo de vida —explica Steinler—, para retrasar el inicio y la progresión de la enfermedad en el cerebro”. No obstante, va a hacer falta más investigación para evaluar en detalle el impacto del parásito en el cerebro humano.
La mayoría de las personas con sistemas inmunológicos robustos no muestran signos de infección cuando se contagian de toxoplasmosis. Se sabe, sin embargo, que el parásito puede causar abortos espontáneos, daños en los órganos y trastornos oculares. Otros estudios han asociado las infecciones por T. gondii con la migraña, los trastornos convulsivos, el trastorno explosivo intermitente, los accidentes de tráfico, la esquizofrenia y el aumento de las tasas de suicidio, pero la mayoría se basan en la correlación, y no son concluyentes.
También ha habido estudios epidemiológicos que vincularon antes la toxoplasmosis con enfermedades neurológicas como el alzhéimer y el párkinson, pero los científicos no habían podido explicar lo que hacía el parásito para exacerbar esos trastornos, o cómo podíamos mitigar sus efectos.
El nuevo estudio arroja luz sobre la primera de las dos incógnitas al demostrar que el T. gondii influye en el curso de las enfermedades neurológicas cuando expresa sus genes en el cerebro infectado. Esos genes podrían limitar la capacidad del huésped para prevenir la infección y aumentar su susceptibilidad a otras enfermedades ya presentes en el organismo.
Para el estudio, los investigadores recopilaron datos que se remontan a 1981 de 246 personas infectadas con el parásito T. gondii y examinaron el efecto de la infección en células madre neuronales cultivadas, lo que les permitió ver cómo alteraba las proteínas y modificaba las expresiones genéticas.
Los resultados no implican que todas las personas infectadas con T. gondii estén en riesgo de contraer enfermedades neurológicas: eso dependerá de factores genéticos y proteómicos. Cada persona reacciona al parásito de forma diferente, y ahora es tarea de los científicos determinar quién está en riesgo.
Las medidas que se suelen recomendar para prevenir la toxoplasmosis, especialmente a mujeres embarazadas, son la higiene general y evitar la carne cruda, la leche no pasteurizada y el contacto con las heces de gato.
Fuente: Scientific Reports