uando Barbara Oakley (California, EEUU, 1955) decidió montar su curso Aprendiendo a aprender, lo primero que hizo fue darle la vuelta a todo lo estudiado. “En vez de dedicar un montón de tiempo a la historia y las teorías de la educación y al aprendizaje de los bebés, empezamos directamente con los fundamentos de la neurociencia”, contó a EL PAÍS RETINA durante el foro Enlighted que se celebró en Madrid a principios de octubre. Oakley es profesora de ingeniería en la Universidad de Oakland (California) y su curso online es hoy el más popular del mundo. Según sus propias palabras, tiene “casi tres millones de estudiantes matriculados”.
Aprendiendo a aprender se llamó también la charla que Oakley dio en el foro de educación y en la que desmontó, usando los aportes de la neurociencia, la mala fama de la memorización como método de aprendizaje: “Durante miles de años se pensó que era la única manera de aprender, pero ahora estamos en el extremo opuesto de decir que no importa lo más mínimo”. Para subrayar lo que considera un disparate, a Oakley le gusta poner el ejemplo del estudiante que, tras suspender su examen, acudió a ella desconcertado: no había estudiado nada pero esperaba aprobar porque durante las clases lo había comprendido todo. “A ese extremo hemos llegado con esta idea de que solo hace falta entender las cosas”.
Según Oakley, la neurociencia ha demostrado que las conexiones necesarias para el aprendizaje se producen en la memoria de largo plazo, situadas en el neocórtex: “Cuando aprendes algo bien es porque lo has almacenado en la memoria de largo plazo y de ese conocimiento tiras después con tu memoria de trabajo, que está en el córtex prefrontal”. Aparcar el coche es el ejemplo perfecto. Al principio se está cuidando todo a la vez, los espejos, el acelerador, el freno y el embrague, pero luego la memoria de trabajo lo saca de la memoria de largo plazo que se ha creado practicando, explica Oakley.
Tal vez el problema no sea entonces memorizar sino la forma en que intentamos hacerlo. Oakley recomienda reforzar la memoria con ejercicios para los casos en que sea posible, como el de aparcar un coche. Cuando hay pocas prácticas posibles, como con la tabla periódica, su consejo es apartar la vista y repetir lo que se acaba de leer sin mirar el texto: “Eso es lo que cementa el vínculo en la memoria de largo plazo, si te limitas a leer, no pasa de la memoria de trabajo”. ¿Y los que dicen que no ocupemos el cerebro con datos que ya están en Internet? Según Oakley, un sinsentido tan grande como el de creer que se puede hablar otro idioma usando el traductor de Google: “Tenemos unos 85.000 millones de neuronas en nuestros cerebros y cada una de ellas tiene miles de conexiones posibles, ni aunque viviéramos mil años podríamos llenarlo”.
Otra cosa es el cansancio y la pérdida de concentración. En eso, la neurociencia ha confirmado ‘la técnica pomodoro’ que en los años ochenta popularizó el italiano Francesco Cirillo, basada en períodos de concentración de 25 minutos seguidos por breves descansos. “Él no sabía lo que la neurociencia ha descubierto ahora, pero esa pequeña interrupción tras la concentración ayuda a tu hipocampo a depositar parte de la información adquirida en tu memoria de largo plazo y te permite estar fresco para el siguiente tramo”.
Según el responsable del informe PISA de la OCDE, Andreas Schleicher (55), la neurociencia ya se esta usando en países como Japón para entender cómo aprenden los alumnos: “A partir de ahí se diseñan procesos de aprendizaje que se ajustan a las necesidades de cada estudiante en la medida de lo posible”. También presente en el foro de educación organizado por Fundación Telefónica, Fundación Santillana, IE University y South Summit, Schleicher se lamentó por el desfase entre el avance científico y los sistemas educativos. “La neurociencia te dice que la única manera para no aprender un idioma extranjero es hacerlo en la escuela secundaria y dentro de un aula, porque al cerebro le cuesta aprender otro idioma de manera abstracta y a esa edad”.
De acuerdo con Schleicher, los hallazgos científicos demuestran que una de las mejores maneras de aprenderlo es en clase de deporte y antes de la secundaria, “pero no lo hacemos porque el sistema está diseñado de acuerdo con las necesidades de los adultos y es más fácil conseguir profesores de idiomas en secundaria porque esas clases se pagan mejor”.
El otro gran descubrimiento de la neurociencia lo conoce cualquiera que haya pasado por el trance de examinarse. “Sabemos que los estudiantes aprenden menos cuando ese proceso de aprendizaje los pone nerviosos, y a pesar de eso seguimos desarrollando nuestro sistema educativo en un entorno competitivo de aprobar exámenes difíciles”. explica Schleicher. “El cerebro se apaga… Cuando estás bajo presión, lo olvidas todo”.
Fuente:
Francisco de Zárate, F. Z. (2019, 14 octubre). Aprendiendo a aprender, los avances de la neurociencia en la educación. Recuperado 15 octubre, 2019, de https://retina.elpais.com/retina/2019/10/10/tendencias/1570704202_879407.html