Llevamos en el ADN la resistencia al cambio. Está en los aforismos que definen nuestra cultura: los refranes. Más vale malo conocido que bueno por conocer. Virgencita que me quede como estoy. Preferimos estar mal a la posibilidad de estar peor. La seguridad de lo conocido antes que los beneficios que podría traer lo nuevo. Y se aplica a casi todos los aspectos de la vida, también al laboral. Los cambios en el trabajo son especialmente delicados, sobre todo cuando no es el trabajador quien ha decidido llevarlos a cabo. ¿Qué es lo que puede producirnos rechazo en una situación nueva? Tiene mucho que ver con nuestra capacidad de percibir el entorno conocido como seguro y las experiencias aprendidas. Y es importante entenderlo porque la capacidad de adaptarse rápida y fácilmente se ha convertido en una ventaja competitiva.
Tal y como explican varios expertos en psicología laboral, una de las claves de la resistencia al cambio es que se le está pidiendo a los trabajadores que se adapten a una transformación que han decidido otros. “Los cambios en el trabajo pueden ser emocionalmente intensos, generando confusión, miedo, ansiedad, frustración e impotencia”, asegura Kandi Wiens, doctora de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos). Hay estudios que llegaron a encontrar que la experiencia de pasar por una situación así en el trabajo puede imitar la de las personas que sufren el dolor por la pérdida de un ser querido, como uno llevado a cabo por la Universidad de San Francisco.
Cuando los trabajadores tienen que hacer frente a cambios que les producen un estado mental y emocional de agotamiento, se activa un círculo vicioso que hace que estén menos receptivos a las novedades. Se trata de un estado de ánimo aprendido que asocia los sentimientos negativos con las situaciones nuevas. Esto refuerza la desconfianza al cambio que llevamos escrita en nuestras células y que tiene mucho que ver con el instinto de supervivencia. Nuestro cerebro animal hace una asociación lógica: la situación actual es conocida y, por lo tanto, manejable y segura. Un cambio la convierte en imprevisible. Lo imprevisible es peligroso. Et voilá. Nuestro cerebro nos la está jugando otra vez.
- Céntrate en lo que permanecerá constante
Para evitar que los trabajadores hiperventilen cuando un jefe va a comunicarles un cambio, es importante tirar de empatía. La investigación ha encontrado que una de las formas más efectivas de hacer frente a esta situación es desarrollar la inteligencia emocional. Al hacerlo, puedes evaluar cómo se sienten los demás y modificar tu forma de comunicarte para que se adapte a su estado de ánimo. “El objetivo es ayudar a aceptar lo que está pasando en lugar de prepararse para ello como si fuera algo malo”, señala Wiens. Es clave la información que se facilita, pero también —y mucho— cómo se hace. La falta de empatía al tratar el tema puede hacer que todo se vaya al traste.
Los estudios sobre el cambio organizacional muestran que los líderes en general están de acuerdo: si quieres liderar una transformación exitosa, la comunicación empática es fundamental. Pero la verdad es que la mayoría de los jefes en realidad no saben cómo hacerlo. El 50% de esos mismos ejecutivos dijeron que no habían tenido en cuenta la opinión de su equipo sobre el cambio, tal y como refleja la investigación llevada a cabo por Patti Sanchez, directora de estrategia en Duarte. “Cuanto más informada esté tu gente, mejor podrán lidiar con la incomodidad”, asegura Sanchez.
Las últimas investigaciones han encontrado que una técnica para mejorar la predisposición a aceptar los cambios pasa por enfatizar todo aquello que permanecerá constante. “Las personas temen que después del cambio, la empresa ya no sea la organización con la que se identifican, y cuanto mayor es la incertidumbre que rodea al cambio, más anticipan tales amenazas”, se lee en un estudio llevado a cabo por investigadores de distintas universidades de los Países Bajos. Por eso es importante explicar cómo se mantendrá lo que es fundamental a pesar de los cambios. Además, cuanta más incertidumbre hay, más efectivo resulta hacer hincapié en la continuidad. La fórmula que mejor funciona es ofrecer una visión atractiva del cambio junto a una visión de continuidad.
Fuente: Retina El Pais