Cuando hablamos de educación y tecnología nos encontramos con posturas a favor y en contra. Están, por un lado, quienes quieren innovar en los procesos educativos y, por otro, aquellos detractores de prácticas nuevas.
Sin embargo, este es un tema que en ámbitos académicos y científicos se trata desde hace mucho tiempo –más del que podemos imaginar–. Si bien identificamos la tecnología con pantallas planas y celulares inteligentes, esta se encuentra ligada a la educación desde tiempos remotos. A lo largo de la historia podemos encontrar desarrollos que cambiaron la historia, como la imprenta, que permitió que el libro fuera el primer medio de comunicación de masas.
Hacia 1974, Marshall McLuhan vaticinó en su célebre obra El aula sin muros que “es erróneo suponer que existe una diferencia básica entre la educación y la diversión” y que “lo que agrada enseña de modo mucho más efectivo”. No se equivocaba: siempre es más atractivo y provoca mayor bienestar aprender utilizando herramientas que nos gustan.
La tecnología se puede usar tanto dentro como fuera del aula, ya que forma parte de la educación formal (el sistema educativo escolar y jerárquico), de la educación no formal (programas de tiempo parcial que complementan a la anteriormente mencionada) y de la educación informal (aquellos procesos cotidianos y no organizados a través de los cuales adquirimos y acumulamos conocimientos partiendo de la convivencia y de los medios de comunicación).
1- Televisión educativa
Es una buena combinación entre el ocio y el aprendizaje. Muchas veces podemos disfrutar de ver canales educativos, documentales o periodismo científico. En estos casos, al mismo tiempo que los consumimos nos informamos y nos formamos. Esta actividad se enmarca en la educación informal y permanente (aquella que continúa a lo largo de toda la vida).
También se conoce esta tendencia como “juegos serios”. Se trata de aplicar a las clases la dinámica de un juego. Estos generalmente son creados por especialistas y deben ser atractivos. Ayudan a desarrollar habilidades como el trabajo en equipo, el liderazgo, etc. Si esta estrategia se usa en el aula es parte de la educación formal, aunque también se desarrollaron juegos serios que pueden usarse en casa (y se convierten en parte de la educación no formal).
3- Flipped classroom
También llamada “aula invertida”, aquí se combinan las clases virtuales y presenciales, donde el alumno puede acceder a los materiales fuera del horario escolar. Los contenidos que se dictan en forma virtual suelen ser los introductorios a temáticas que luego se explicarán en el aula y no suelen ser de gran complejidad. Se trata de optimizar el tiempo que el estudiante pasa con el docente de forma presencial para resolver dudas y aprender los contenidos más complejos. Esto es educación formal.
Es la educación a distancia. Cada vez es más común encontrar cursos y carreras que se pueden realizar de forma completamente virtual. Esto se logra a través de diferentes plataformas donde encontramos foros de discusión, hipermedia, etc. También se enmarca en la educación formal.
Es el aprendizaje a través de pequeños dispositivos móviles –smartphones, tabletas– que se usan tanto dentro como fuera de las aulas y que, generalmente, funcionan como complemento para los contenidos dictados en clase. Esta tendencia tiene como ventaja que se puede acceder a la información que se necesita en cualquier momento y lugar. Además, sirve para romper la barrera alumno-docente y, sobre todo para niños y adolescentes, cuenta con un punto a favor ya que se ven atraídos por estos dispositivos. La desventaja más notable es que en muchas ocasiones pueden generar distracción. De todas formas, este ítem se encuentra tanto en la educación formal como no formal.
Fuente: TN