a última columna del Templo del Tiempo es la de Napoleón. Está partida, porque cuando Emma Willard la dibujó, en 1846, el siglo que puso en la historia al estadista todavía rondaba el ecuador. Al fondo, una pared cierra el corredor: “La creación”. En la hilera de columnas que separa a Napoleón de la creación, aparecen Carlos V, Gengis Khan, Carlomagno y Trajano, entre otros. En el techo asoman, también en fila, los nombres de poetas, pintores, guerreros, teólogos, filósofos y descubridores. Así imaginaba la Historia Emma Willard. “Los acontecimientos parecen menguar cuando se ven desde la perspectiva de los años transcurridos”, explicó Willard, de cuya muerte se cumplen 150 años en 2020, en uno de los mapas del tiempo que recupera Public Domain Review.
Willard nació en Nueva Inglaterra en 1787. Complementó las enseñanzas recibidas en el colegio con las que su padre le impartía por las tardes y acabó dedicándose ella misma a la enseñanza. “Antes de los 15 años ya había aprendido todo el conocimiento que se enseñaba en la escuela pública, había leído las Vidas paralelas de Plutarco, la Historia Antigua de Charles Rollin y la Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, de Edward Gibbon”, señala una biografía suya publicada por John Lord en 1873.
Inventora del mapa de la historia
La Historia fue la musa de esta pionera que inventó su propio sistema de cronologías en perspectiva para representar líneas temporales y narrar el paso del tiempo a través de infografías. El progreso del Imperio romano, representado en el curso de un río; la historia de los Estados Unidos, hecha árbol, las migraciones de las tribus bárbaras, como unas pocas líneas de colores que se entrecruzan sobre el mapa de Europa. “En Historia, he inventado el mapa”, llegó a afirmar Willard, convencida del potencial de sus visualizaciones de datos, en una carta a una amiga suya. “Pienso que con mi esquema para enseñar Historia lograré una de las mayores contribuciones en educación que jamás ha recibido la mente humana”.
Pero esta precoz experta en idear representaciones gráficas para condensar grandes cantidades de datos no era la única que creía firmemente en su proyecto, que fue más allá de las escuelas en que se empleó como material didáctico: senadores, jueces y estadistas alabaron la precisión y claridad de su atlas histórico de los Estados Unidos, titulado Republic of America. Este primer intento de cartografiar el tiempo, surgió de forma natural, después de que Willard completara una serie de materiales para la asignatura de Geografía. “Con mis pensamientos centrados en mejorar la educación, he preparado para mis alumnos una serie de mapas de los Estados Unidos, ilustrando su situación geográfica en ciertas época y combinando los eventos históricos como si fuera posible delinearlos en un mapa”, explicaba en el prefacio de su novedoso atlas.
Atlas (histórico) mundial
Su siguiente obra, Historia Universal, tampoco pasó desapercibida. “Es algo muy complicado condensar en una pequeña octava de papel la historia de nuestra raza, de todos los países, de héroes y benefactores, de todas las grandes empresas y eventos de 4.000 años”, reconoce Lord en su biografía de Willard. “No se me ocurre nada que exija más genio histórico que la compresión de los principales eventos y la descripción de los principales personajes de los últimos 2.000 años en un pequeño libro que pueda ser comprendido por los estudiantes y de interés para los profesores”.
El Templo del Tiempo forma parte de su Guía Histórica, una obra más pequeña, pero no menos ambiciosa que las anteriores. “Con la ayuda de tablas, el ojo capta en un vistazo las grandes épocas y nombres de la historia”, asegura Lord. En la era de la información visual, podríamos pensar que los gráficos que nos rodean son invento nuestro, pero mucho de ello nació en tiempos de Willard. “La actual proliferación de información visual es un reflejo de un momento similar a principios del siglo XIX, cuando la llegada de nuevas técnicas de impresión se unió a la rápida expansión de la educación”, señala la historiadora Susan Schulten en Public Domain Review.
Lord también describe a Willard como “pionera” de la educación femenina y lo hace en estos términos: “Fue una de las primeras en enfrentarse al enorme problema, aún por resolver, de cómo puede la mujer emerger de la monotonía y frivolidad de la vida ordinaria y asumir la posición que por su genio y carácter, por naturaleza, merecen, que no es solo su privilegio sino su derecho”.
Fuente:
Montse Hidalgo Pérez, M. H. P. (2020, 30 enero). Emma Willard, la pionera de la infografía que inventó el atlas histórico en el siglo XIX. Recuperado 30 enero, 2020, de https://retina.elpais.com/retina/2020/01/28/talento/1580215746_187952.html