Que la escuela clásica y los métodos tradicionales de enseñanza están en crisis es un hecho que resulta evidente para (casi) todos, es la consecuencia lógica de un mundo que cambia a gran velocidad, dejando atrás las instituciones que lo han moldeado. Muchos niños que están familiarizados con los entornos digitales en casa, apenas tienen oportunidad de trabajar con las nuevas tecnologías en el colegio.
Y muchos otros en cuyas familias los recursos no alcanzan para esa digitalización, ven mermado su acceso a las tecnologías por la ausencia de estas en las aulas, negando así la función integradora e inclusiva que debería tener la escuela. Nos encaminamos hacia una sociedad en la que lo digital será ubicuo y donde lo esencial para las nuevas generaciones será entender cómo funcionan las cosas para interactuar con ellas.
Ese saber cómo funcionan las cosas requiere tocar, probar y equivocarse. Experimentar, en suma. Uno de los mayores referentes de esta teoría didáctica, conocida como “learning by doing”, es el estadounidense Robert C. Schank quien asegura que “el aprendizaje se produce cuando alguien quiere aprender, no cuando alguien quiere enseñar”. La afirmación parecería de perogrullo si no fuera por la empecinada obsolescencia de muchos sistemas educativos. Schank es investigador, profesor universitario, especialista en inteligencia artificial y polemista profesional, puesto que nunca rechaza un intercambio de opiniones si de lo que se habla es de educación. En un artículo firmado junto a un par de colegas, Schank defendía la vigencia del “learning by doing” echando mano de la actitud necesaria para moverse en el mundo: “La vida requiere de nosotros hacer cosas más que saber cosas. Tiene más sentido enseñar a los estudiantes a desarrollar tareas útiles. Y sólo hay una forma efectiva de enseñar a alguien a hacer algo: dejar que lo haga”.
La experiencia por encima de la teoría. Esa es también la fórmula escogida para enseñar a los chavales en los FabKids, laboratorios donde niñas y niños pueden interactuar con nuevas tecnologías sin miedo a equivocarse. Los FabKids son una adaptación de los FabLabs, espacios de fabricación de digital que ponen a disposición de quienes los utilizan una serie de herramientas (impresoras 3D, cortadoras láser, fresadoras, etcétera). Nacieron hace más de una década en el MIT y constituyen una red de laboratorios locales que se conectan en distintas redes y beben del espíritu “do it yourself” y de la filosofía colaborativa propia de las comunidades de Internet. Los FabKids tienen como objetivo que los chicos se lancen a fabricar, inventar e innovar: a imaginar, en definitiva, cómo quieren que sea el mundo en el que van a vivir.
Con la serie “Familias conectadas” queremos saber qué pasa cuando la tecnología se integra en el hogar. Investigar cómo afecta al ritmo de estudios, al ocio, al trabajo, a la cultura… Pero sobre todo cómo modifica las relaciones humanas y qué hacer para que conseguir una interacción natural entre todos los miembros de la familia y las máquinas.
Fuente: Vadafone