Hoy en día no es difícil encontrar una gasolinera, pero eso puede cambiar tal y como está pasando en Japón. Allí están perdiendo 1.000 gasolineras al año.
El número de gasolineras en Japón se ha reducido a la mitad en el último cuarto de siglo, según Masatoshi Kojima, profesor de la Universidad de Toyo y experto en la distribución de petróleo en este país.
En la actualidad, Japón sólo cuenta con unas 30.000 estaciones de servicio, lo que supone un descenso con respecto a la cifra máxima de más de 60.000 en 1994.
Y lo que es más sorprendente, el total sigue cayendo en picado, con 1.000 estaciones que desaparecen cada año.
“La demanda de gasolina se ha desplomado porque cada vez más japoneses optan por no tener un coche“, dice Kojima. “Muchos propietarios de gasolineras han abandonado su negocio desde que se hizo legalmente obligatorio para las gasolineras reparar sus antiguos tanques de almacenamiento de combustible subterráneos.”
A medida que los vehículos eléctricos y los automóviles híbridos se hagan más populares en los próximos años, predice Kojima, a las gasolineras les resultará cada vez más difícil mantenerse a flote simplemente vendiendo gasolina.
Hubo un tiempo en que trabajar en una gasolinera era un trabajo de moda y codiciado que buscaban los jóvenes en muchos países, dice Kojima.
El número de gasolineras en Japón se disparó en la década de 1960, según Kojima.
Cada vez que un gran terremoto golpea la nación, se ven largas filas de coches en las gasolineras. La gente se siente naturalmente incómoda cuando no puede conseguir combustible, al igual que cuando no puede encontrar suficiente comida y bebida.
Muchas personas en las zonas afectadas por el terremoto hablan de sus experiencias desagradables relacionadas con la escasez de gasolina.
“Tuve que esperar cuatro horas antes de poder llenar el tanque.” “Cuando el indicador de combustible muestra que el tanque está medio lleno, empiezo a sentir miedo.”
Nuestras vidas dependen en gran medida de las gasolineras, así como durante las emergencias.
En los últimos años, las comunidades de las islas remotas y de las regiones montañosas han estado luchando para evitar que las estaciones de servicio locales dejen de funcionar. Pero cada vez son más escasas. Hay ya muchos pueblos totalmente aislados, en las que la estación más cercana está a 150 kilómetros de distancia. Algo que está haciendo que sus habitantes dejen de usar sus coches con motor de combustión.
Fuente: Ecoinventos