La definición oficial de la Convención de las Naciones Unidas sobre el cambio climático incluye la frase “es atribuible directa o indirectamente a la actividad humana” y aclara que dicho cambio “se suma a la variabilidad climática natural” observada en periodos temporales comparables.
Para entender mejor en qué consiste el fenómeno, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico español distingue entre ‘tiempo meteorológico y clima’. El tiempo es la expresión utilizada para referirse “a las condiciones meteorológicas en un momento concreto”, mientras que el clima responde a “las condiciones habituales en un lugar determinado”, incluyendo grandes regiones terrestres. Esto último es “lo que está cambiando en las últimas décadas debido a un conjunto de procesos involucrados”, explica la investigadora del Urban Transformation and Global Change Laboratory (Turba Lab) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Mar Satorras.
Cambio permanente e histórico
El clima, afirma este Ministerio, “también varía y ha sufrido cambios importantes a lo largo de la historia de la Tierra debido a causas naturales”. Pone como ejemplo lo ocurrido en el último periodo glaciar, “que finalizó hace unos 10.000 años cuando el clima terrestre era más frío que el actual y los glaciares ocuparon amplias extensiones de la superficie del planeta”.
Satorras menciona la “pequeña edad de hielo o el pequeño medieval caliente” como ejemplos de cambios climáticos sucedidos en otros periodos de la historia. La experta recuerda el profundo debate científico acerca de las diferentes causas de los cambios climáticos naturales, desde movimientos volcánicos a meteoritos o incluso transformaciones en el uso de la agricultura, entre otros.
Causas del cambio climático
Pero existe una posición cada vez más mayoritaria en la comunidad científica sobre la actividad humana como causante de la modificación de las condiciones climáticas actuales. De ahí que la investigadora del Turba Lab coincida al definir el presente cambio climático como “antropogénico”, es decir, causado por la humanidad y no por anomalías biofísicas o naturales.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, organismo creado en 1988 por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y por la Organización Meteorológica Mundial, compuesto por científicos y expertos de 195 países), señala que el inicio del fenómeno se puede establecer en el comienzo de la era industrial, más o menos en torno al año 1750. La conclusión parece clara: han bastado menos de tres siglos, un suspiro en la escala de la historia planetaria, para modificar el equilibrio climático.
Era industrial en sentido amplio
No solo hay que entender “la industrialización” como la actividad fabril y de producción en serie, cuando se multiplicaron el número y el tamaño de las factorías. El panel de Naciones Unidas completa el concepto e indica que “el uso humano de la tierra también afecta directamente a más del 70% de la superficie terrestre mundial libre de hielo y juega un papel importante en el sistema climático”.
De acuerdo con sus datos, la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra representaron alrededor del 13% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el 44% de las de metano y el 82% de las de óxido nitroso en todo el mundo entre 2007 y 2016, lo que supone el 23% de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la actividad humana.
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático afirma que “después de más de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera se han incrementado en niveles nunca antes vistos en tres millones de años”. Hay que tener en cuenta que los GEI también se producen de manera natural y que en las cantidades adecuadas son beneficiosos para la vida en el planeta al impedir que parte del calor procedente del sol escape hacia el espacio.
Emisiones desatadas
El problema es que el nivel de emisiones GEI ha crecido bastante más de lo debido. El CO2 por ejemplo, el más abundante de todos estos gases con dos tercios del total, se ha disparado principalmente por el uso de combustibles fósiles como el carbón en calefacciones y centrales térmicas o la gasolina y el gasoil en los vehículos.
Esa visión holística sobre las causas antropogénicas del cambio climático se traslada también a las soluciones, y de ahí el concepto de desarrollo sostenible que no solo atañe a la salud medioambiental sino al desarrollo humano en todas sus facetas como parte del remedio. Así, los estados miembros de la ONU adoptaron en 2015 los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para avanzar en la erradicación de la pobreza, en la protección del planeta y hacia un horizonte de paz, igualdad y prosperidad para todos los seres humanos.
Demasiado rápido para los ecosistemas
El Ministerio para la Transición Ecológica coincide en que este cambio del clima es muy diferente a los anteriores. En primer lugar, porque su causa es “la emisión, como resultado de la actividad humana, de los GEI, los cuales aumentan la capacidad de la atmósfera terrestre para retener calor y dan lugar al fenómeno del calentamiento global”. Y además por el ritmo acelerado de dichas emisiones. Según Satorras, “la medida de su gravedad es la rapidez con la que se está produciendo. A más largo plazo, los ecosistemas tienen tiempo de ir adaptándose, lo que no está ocurriendo ahora precisamente por dicha velocidad”.
Por su parte, el IPPC también advierte de ese peligro. En octubre de 2018 publicó uno de sus informes (en 2021 verá la luz el IV) donde sus expertos confirmaban que existen los recursos y el tiempo suficiente para evitar que el calentamiento global supere 1,5 grados centígrados a final de siglo respecto a los niveles preindustriales (el principal objetivo del Acuerdo de París), pero para aplicarlos y lograr resultados “se necesita un esfuerzo sin precedentes”, teniendo en cuenta que la mitad de la cantidad máxima de CO2 estimado para que la Tierra no llegue a un calentamiento medio de dos grados centígrados (el nivel tope, considerado altamente nocivo) se alcanzó en 2011.
Consecuencias a la vista
El calentamiento global provocado por el cambio del clima es cada vez más evidente. El IPCC menciona como consecuencias “la desertificación, la degradación de la tierra, la falta de seguridad alimentaria y los flujos de gases de efecto invernadero en los ecosistemas terrestres”, entre otros.
Efectos directos: que los océanos se han calentado, la cantidad de hielo y nieve ha bajado mientras el nivel del mar ha subido 19 centímetros de 1901 a 2010. Se calcula que, en 2065, el nivel medio habrá crecido entre 24 y 30 centímetros y de 40 a 63 en 2100, en relación con el periodo 1986-2005. Esta tendencia parece inevitable, ya que, según el IPCC, las consecuencias del cambio climático “persistirán durante muchos siglos, incluso si se detienen las emisiones”. En otras palabras, el proceso se ha puesto en marcha y se puede paliar, pero no parar en seco su inercia.
De acuerdo con estos expertos, los efectos pueden ser irreversibles en algunos puntos del planeta como la selva amazónica o la tundra asiática, en donde el calentamiento y la pérdida de humedad están causando modificaciones acusadas, sin retorno.
Si se toma España como ejemplo (uno de los países más amenazados en su entorno europeo), el Ministerio para la Transición Ecológica señala cuatro consecuencias claras: alargamiento de los veranos en cinco semanas desde los años setenta, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet); la disminución de los caudales de los ríos, en algunos casos más del 20%; la expansión del clima semiárido en unos 30.000 kilómetros cuadrados; y el incremento en frecuencia e intensidad de las olas de calor y las sequías. Si aumenta la emisión de los GEI, las previsiones apuntan al agravamiento de estos y otros síntomas como el incremento de las temperaturas máximas y mínimas.
Cuenta atrás
El ser humano (al fin y al cabo, una especie más dependiente de ecosistemas que experimentan una profunda transformación) también acusa los efectos tanto de forma individual como colectiva. “El calentamiento global tiene consecuencias no solo biofísicas, sino también sociales. Por ello, desde el punto de vista social crece la voluntad de llamada contra la emergencia climática, para que se actúe ya”, añade Satorras.
El IPCC, cuyos trabajos son considerados de referencia por la comunidad internacional de expertos, manifiesta en su ‘V Informe’ que para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados se requieren “transiciones rápidas y de gran calado” en el uso de la tierra, la energía, la industria, los edificios, el transporte y las ciudades. Las emisiones mundiales de CO2 producidas por la acción humana tendrán que reducirse en un 45% para 2030 con respecto al nivel de 2010 y seguir en caída hasta alcanzar el “cero neto” aproximadamente en el año 2050, según calcula este organismo.
Fuente:
S. (2021i, marzo 31). Qué es el cambio climático: causas y cómo nos afecta. Recuperado 5 de abril de 2021, de https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/que-es-el-cambio-climatico-causas-y-como-nos-afecta/