Si estamos en la selva y presentimos un peligro, nuestro cerebro pone en marcha todos los mecanismos automáticos para salvarnos. Para cuando queramos reflexionar, ya nos habremos subido a un árbol. Si nos topamos en las redes sociales con noticias, ¿cómo reaccionamos? Parece que como si estuviéramos en la jungla, porque seguimos con el pensamiento automático activado. Y eso explica por qué se nos cuelan informaciones falsas.
Una reciente investigación de dos psicólogos estadounidenses asegura haber encontrado “evidencia inequívoca” de que es la vagancia, más que la ideología, la que entra en juego cuando nos enfrentamos a las fake news. La conclusión es llamativa, porque una de las tácticas habituales de los creadores de este tipo de informaciones es generar contenido político altamente partidista para conseguir la interacción. A priori, tendría más sentido creérselas utilizando algún tipo de pensamiento reflexivo del tipo claro, esto es lo que yo pensaba. Aquí está el titular que lo confirma. Pero los datos del estudio no avalan esta teoría.
“Nuestra investigación se centra en quién se cree las noticias falsas, y los resultados están determinados mucho más por la pereza cognitiva que por el razonamiento partidista. Otra cuestión diferente es si ese partidismo es más relevante a la hora de compartir esas noticias”, explica Gordon Pennycook, uno de los autores del estudio junto a David G. Grand.
Entonces, ¿el ser humano es vago por defecto? “Yo lo expresaría de otra manera”, contesta Pennycook. “Nuestro cerebro funciona de manera eficiente por defecto. El pensamiento crítico requiere de recursos mentales y si las respuestas son intuitivas, entonces el cerebro pasa a modo automático. Lamentablemente esta tendencia adaptativa implica también que, en ciertos contextos, la gente no se para a pensar cuando realmente debería haberlo”.
El hábitat de la desinformación
El fenómeno de la información falsa existe desde hace más de 100 años, desde que surgieron los primeros tabloides. Sin embargo la cuestión se ha vuelto crucial ante la difusión sin precedentes a través de las redes sociales. ¿Es posible que este hábitat natural de las noticias falsas facilite el pensamiento perezoso? Al fin y al cabo, las redes sociales se utilizan para pasar el rato, entretenerse, estar conectado con los amigos… y la forma de consumir noticias es bastante light y superficial. “La gente no las utiliza con un espíritu crítico aunque tampoco podemos determinar si aumentan la pereza intelectual o la facilitan”, explica Pennycook.
Muchos estudios de psicología cognitiva han demostrado que el razonamiento ayuda a formarse ideas correctas. La gente más analítica, los que no dan por buena su primera respuesta intuitiva, son menos supersticiosas, menos dadas a creerse teorías conspirativa y son más escépticas ante frases aparentemente profundas pero sin sentido como la totalidad calma los fenómenos infinitos. (Puedes generar tu propia frase absurda en esta web de bullshit generator).
¿Dónde está la división? Pensar o no pensar
La comunidad científica está dividida respecto a qué nos impide identificar las noticias falsas. Un grupo sostiene que nuestra capacidad de razonar queda secuestrada por nuestras convicciones. El otro, que no ejercitamos nuestro espíritu crítico, tal y como sostienen Pennycook y Rand.
En el primer grupo se cita sobre todo dos investigaciones sobre el cambio climático y la tenencia de armas en las que, ante informaciones sobre esos temas, las personas más analíticas, más formadas y más capacitadas terminan más polarizadas que el resto.
Este debate académico es muy relevante porque dependiendo de cuáles son los mecanismos que se activan en nuestra cabeza, habrá que diseñar políticas diferentes para luchar contra la desinformación de manera efectiva.
“Comprender por qué la gente se cree las fake news nos ayuda a identificar cuál de todas nuestras debilidades mentales es la responsable de la distribución de estas noticias. Por ejemplo, si la gente se las cree porque aplica el razonamiento para autoconvencerse de que son verdad (que no es lo que los datos nos dicen), trataríamos de conseguir que las personas fueran menos partidistas. Si la gente se cree las noticias falsas porque simplemente no reflexionan mucho, (como nos dice nuestra investigación), entonces tendremos que tratar de que piensen de manera mas crítica cuando navegan por las redes sociales”.
¿Tiene sentido entonces dedicar esfuerzos al fact checking teniendo en cuenta que actuamos como gandules y encima cuando nos presentan datos que no nos cuadran nos venimos arriba (se conoce como el backfire effect). Pennycook cree que sí. “Cuando alguien se para a pensar si algo es cierto o no, tener la posibilidad de hacer una búsqueda en internet sobre la veracidad de esa información es tremendamente útil”.
Fuente: Retina El Pais