La ciencia ficción y el movimiento ciberpunk nos han mostrado desde hace varios años historias donde los seres humanos se transforman en entes electrónicos, esto por medio de implantes que amplifican las capacidades y ayudan a interactuar en un mundo cada vez más conectado. Pues esto ha dejado de ser ficción para transformarse en una práctica común que se realiza de forma clandestina en varias regiones del mundo.
El llamado biohacking, también conocido como biopunk, ha crecido de forma importante en los últimos años, ampliando su alcance a través de diversas webs que venden kits para controlar otros dispositivos, kits que se implantan en alguna parte del cuerpo para que seamos nosotros el dispositivo detonante.
El biohacking sigue siendo una práctica no regulada
En esta ocasión conoceremos el caso de Tim Shank, un ingeniero en software ubicado en el estado de Minnesota, quien desde hace algunos años decidió implantarse chips en la piel con el objetivo de acelerar acciones y disminuir pasos al activar funciones en dispositivos electrónicos con sólo acercarse a ellos.
Hace unos días se implantó un nuevo chip NFC, el cuarto en total, el cual le ayuda a abrir la puerta de su casa, lanzar acciones para enviar correos electrónicos desde su smartphone y que contiene información de contacto en caso de emergencia; Tim ha creado un grupo de “biohackers” que se reúnen de forma habitual para conversar acerca de los avances en esta materia, así como dar a conocer ideas que logren automatizar tareas por medio de estos implantes.
El problema del biohacking es que al día de hoy no existe una regulación para su uso, lo que pone en peligro a miles de personas que hacen uso de esta tecnología, ya que en el caso de Minnesota todo se realiza en una sala de tatuajes, no en un hospital, donde la persona interesada acude con el kit adquirido por internet, que incluye jeringa y chip, por un precio de entre 50 y 100 dólares, para posteriormente realizar el procedimiento por 150 dólares.
Hasta este momento no hay estudios que muestren posibles efectos negativos por este tipo de intervenciones, por ello los organismos responsables de salud, en este caso en los Estados Unidos, no han sabido como abordar esta práctica en pleno crecimiento, esto sin contar los posibles riesgos de seguridad, ya que muchos de estos chips poseen información personal y habilitan funciones de seguridad en coches, hogares y smartphone, las cuales se habilitan sólo con hacer contacto.
Sin duda es un tema complicado que habrá que seguir de cerca, ya que hasta el momento no se han presentado casos alarmantes, pero mientras no exista una regulación y el gobierno lo tome como algo presente en una minoría, el riesgo está ahí y nuevas personas se suman diariamente.
Fuente: Xataka