China sigue buscando soluciones para tratar de solucionar sus problemas de exceso de tráfico y falta de transporte público. Tras el fiasco del autobús-túnel, una empresa de transporte con más experiencia llamada CRRC ha probado un gigantesco autobús autónomo muy particular.
El vehículo se llama Autonomous Rail Rapid Transit (ART) o Smart Bus, pero su aspecto es más bien el de un tren articulado o un tranvía. La diferencia sustancial con los trenes convencionales es que no circula sobre raíles, y no necesita conductor. Para guiarse solo precisa de una doble línea de marcas pintadas sobre el asfalto.
CRRC ha realizado ya las primeras pruebas en circuito cerrado (con un conductor vigilando la operación por motivos de seguridad) en la provincia de Hunan, y parecen un éxito. El convoy mide 31 metros de longitud, pesa 48 toneladas y consta de tres vagones con capacidad para 307 pasajeros. Pese a su tamaño, se alimenta de un motor eléctrico con 25 kilómetros de autonomía con una sola carga. La idea es que pueda ir cargando sus baterías en las paradas a lo largo del trayecto. Su velocidad punta es de 70 kilómetros por hora.
La gran duda ahora mismo es si el sistema autónomo realmente funciona como CRRC dice (en las pruebas parece que es más el conductor el que lo maneja). Sea como fuere, es una alternativa mucho más barata que los trenes convencionales, no contamina, y es más sencillo añadir nuevos trazados simplemente pintando nuevas líneas en la calzada. Según sus creadores, habilitar un kilómetro de trayecto cuesta solo dos millones de dólares frente a unos 100 que cuesta un kilómetro de metro. Comenzará operar en 2018.
Fuente: Gizmodo