La irrupción masiva de la tecnología ha afectado por completo al mercado laboral. Al margen de los miedos sobre si acabará con más puestos de trabajo de los que vaya a crear, uno de los grandes retos que tendrá que afrontar cualquier empleado es el de la formación. La necesitará tanto para labrarse una carrera profesional como para mantenerse en un puesto y no quedarse apeado del sistema. El conocimiento es transversal. Lejano parece aquello de aprender solo una cosa. Las destrezas necesarias a diario en la oficina se han multiplicado. Sin embargo, no vale todo para alcanzar este conocimiento exhaustivo. Y es que la tecnología también cuenta con ciertas lagunas.
Como explicó ayer Jonathan Zittrain, profesor de Derecho de Internet en la Universidad de Harvard, durante la primera jornada del foro enlightED en el South Summit, Google se ha convertido en el competidor de los profesores, aun sin ser muy preciso en lo que enseña. “Ha pasado de ser una herramienta de búsqueda a una especie de amigo al que preguntamos todo”, argumentó. El principal problema de fiarnos de su criterio, en palabras de Zittrain, es que el machine learning es a veces impreciso y la ausencia de unos valores parecidos a los humanos. “Se trata de unir la tecnología con el sector educativo, pero dándole a la primera una perspectiva que nos ayude a construir la sociedad que queramos”, destacó.
Para explicar los errores de conocimiento a los que puede conducir que el profesor sea solo un motor de búsqueda, Zittrain se basó en dos ejemplos. Uno personal, en el que Google decidió dar por muerto a un colega suyo de otra universidad; y otro más técnico, en el que, tras cambiar un píxel de una fotografía, un gato se convirtió de repente en un guacamole para la inteligencia artificial. La técnica tiene un campo de mejora importante, aunque en lo que coincidieron la mayoría de expertos que desfilaron por el foro es en que ha venido para quedarse y para transformar el concepto de empleado. Tal y como aseguró Nick van Dam, jefe de aprendizaje en McKinsey, existe una necesidad de reinventarse durante toda la vida laboral. “Recomiendo tener una mentalidad de aprendizaje constante”, zanjó.
Con la amplia oferta formativa disponible a un solo clic, saber de quién fiarse puede convertirse en una auténtica hazaña. La transformación digital ha obligado, en ciertas ocasiones, a que las propias empresas sean un centro educativo. Para el presidente de Telefónica, José María Álvarez Pallete, ya no se aprende únicamente en colegios y universidades, sino que las propias oficinas son espacios de aprendizaje, de formación permanente. “Hay que situar a la educación en el centro del debate. Hace falta un cambio cultural, un compromiso con el conocimiento para que sea transparente y abierto. ¿Qué talento queremos formar? La empleabilidad va a ser un concepto crucial en los próximos años”, afirmó.
- Competencia desigual
Que las personas busquen en Google la respuesta a sus preguntas o el conocimiento universal no representa el único reto para los profesores. Cada vez son más los que desembarcan en grandes compañías y se alejan de las universidades para contribuir al descubrimiento de nuevos aprendizajes técnicos. Con esta atomización, las instituciones tradicionales se ven alejadas del rol que siempre han detentado como referentes académicos. Sin embargo, como puso sobre la mesa Rory Simpson, jefe ejecutivo de aprendizaje de Telefónica, el reto se convierte al mismo tiempo en una oportunidad. Y no se resistió a dar un consejo para todos: “Aparte de abrazar la tecnología, leed libros. Así tendréis un aprendizaje constante durante vuestra vida”.
Diferentes expertos ya han alertado sobre las implicaciones que tiene para la formación adentrarse en la técnica indiscriminadamente. Centros educativos y empresas tienen un papel determinante para que los trabajadores no mueran de tecnología. Como resumió la presidenta de HP en España, Helena Herrero, se trata de aprender a aprender. “Para retener el talento y que los jóvenes no abandonen las organizaciones, es necesario mantenerse en un conocimiento constante”, recalcó. La eterna pregunta que sobrevuela a la educación es cómo conseguir que esto ocurra en la forma que la sociedad desea. Siempre podemos preguntarle a Google, aunque sus respuestas pueden confundirnos y, al final, los profesores pueden estar menos amenazados de lo que pensaban al principio.
Tener un título no significa dominar la tecnología
La posesión de un título suele habilitar a cualquiera a considerarse experto en la materia. Sin embargo, en una visión más amplia de lo que la tecnología puede aportar, el conocimiento no tiene por qué recluirse bajo cuatro paredes. Chema Alonso, CDO de Telefónica, explicó la importancia de abrir las puertas al talento tecnológico tenga o no un diploma que lo avale. “Si alguien es creativo y tiene unas destrezas mínimas, ya tiene mucho que aportar a una empresa”, aseguró. Como argumentó Alonso durante la primera jornada del foro enlightED en el South Summit, esta mentalidad es posible siempre y cuando exista una cultura interna que apoye esta visión y la favorezca de alguna manera.
Fuente: Retina El Pais