Una y otra vez, muchas personas nos seguimos preguntando por qué no hemos aprendido a usar con racionalidad, moderación y prudencia la tecnología que representan los teléfonos celulares, ya que en los años recientes el abuso en su utilización ha ocasionado verdaderas tragedias en el contexto nacional, y no se diga en el ámbito local, donde los accidentes que se han difundido a través de los diferentes medios de comunicación nos hablan de que no hemos aprendido a valorar los adelantos que se han logrado en materia de comunicación móvil.
Lo anterior viene a colación, amable lector, por un hecho reciente ocurrido en la ciudad de Durango y que involucró al chofer de un autobús de ruta urbana que, según las versiones oficiales, por ir distraído con su teléfono celular, no se dio cuenta de que un agente de tránsito les cedió el paso a varias personas frente a un hospital del Seguro Social y atropelló a un ancianito, quien murió de manera instantánea ya que fue pasado por las ruedas de la pesada unidad motriz de transporte, de tal forma que no sobrevivió a las múltiples lesiones derivadas del accidente.
Así como este caso, seguramente, en todo el país se suscitan cientos -o quizás miles- de percances que involucran a la imprudencia como el principal factor de quienes se niegan a usar con moderación ese aparato móvil que, si bien nos facilita la comunicación, también nos ha complicado la existencia cuando es empleado sin la debida precaución por parte de quienes conducen todo tipo de vehículos, desde autobuses, camionetas, autos compactos, motocicletas y hasta bicicletas, ya que ahora hasta quienes circulan en este último tipo de transporte se dan el lujo de hablar por teléfono celular al mismo tiempo que pedalean por calles y avenidas de mucho tráfico vehicular.
En lo particular, siempre me ha llamado la atención que los agentes de la Policía Vial, a pesar de que observan en esas circunstancias, todos los días y a todas horas, a conductores de toda la mencionada gama de vehículos, no les levantan una infracción, pues basta observar el informe mensual de las autoridades de la materia, en el que se reporta un promedio de 10 a 20 multas diarias por ese concepto, cuando deberían ser cientos los infraccionados, por cada 24 horas, ya que quienes manejamos descubrimos a una cantidad impresionante de choferes que, sin el menor respeto por el Reglamento de Tránsito y Vialidad, hablan con su celular mientras van al frente del volante, sin temor a que la autoridad los reprenda.
En más de una ocasión, quien esto escribe les ha llamado la atención a los conductores cuando son detectados en flagrancia, y en lugar de apenarse se molestan y lanzan maldiciones, lo que nos lleva a la conclusión de que no tienen el más mínimo respeto por la integridad física de quienes les rodean, ya que con su imprudencia pueden provocar un accidente cuyas consecuencias podrían ser de diferente magnitud hasta llegar a privar de la vida a quien se les atraviese, como sucedió hace apenas unos días con el mencionado caso de la persona de la tercera edad que fue atropellada en el exterior del hospital del Seguro Social.
La pregunta es ¿qué deben hacer las autoridades de Vialidad para que los conductores de todo tipo de vehículos se abstengan de utilizar esos dispositivos móviles mientras van manejando? ¿Acaso se debe implementar una campaña de concientización para que se respete el reglamento de la materia en ese aspecto? O ¿acaso se debe emprender una campaña para comenzar a infraccionar a todos los que incurran en dicha infracción?
Si los conductores de toda clase de vehículos fuéramos realmente conscientes del riesgo que representa manejar al tiempo que se habla por celular, no habría necesidad de emprender ningún tipo de campañas como las referidas, pues desde que conocemos el contenido del Reglamento de Tránsito y Vialidad, en el momento que nos expiden la licencia de manejo, sabemos que no debemos usar el multicitado aparatito mientras nuestro vehículo esté en movimiento. Nada nos cuesta, por ejemplo, detenernos un momento para hacer o contestar una llamada, o de plano podemos esperar uno o varios minutos para estacionarnos en un lugar adecuado para realizar cualquier llamada o enviar un mensaje, ya sin el riesgo de ocasionar un accidente.
Sin embargo, en la práctica en el terreno de los hechos, en nuestra triste realidad, constatamos en cada momento cómo esta recomendación no aplica para la mayoría de los conductores, quienes presumen que tienen la habilidad para hacer las dos cosas al mismo tiempo (hablar por celular y manejar), así que se cierran a la posibilidad de acatar dicha sugerencia.
Finalmente, estimado lector, la reflexión queda ahí, con la intención de que todos (conductores y peatones) seamos más conscientes en el uso del teléfono celular, ya que hasta los mismos transeúntes incurren en su abuso, lo cual se puede comprobar en cualquier calle o avenida pues son innumerables las personas que no se cercioran de la aproximación de un vehículo cuando cruzan de una acera a otra por ir concentradas hablando con su dispositivo móvil, de tal manera que el llamado es para todos en general, sin excepción.