Los usuarios de los equipos Huawei y ZTE encuentran en sus pantallas un aviso que les anuncia que ya no tendrán los servicios de actualización de Android y Play Store.
Por lo general entran en pánico, y consideran que el mundo de sus aparatos terminó, lo cual no es cierto, la tecnología del software es más grande de lo que el común de las personas creen.
Los equipos de comunicación parten de un sistema operativo Android desarrollado por Google, basado en el Kernel de Linux y otros software de código abierto, es decir sistemas que son accesibles y modificables en la medida que se conoce el lenguaje en el que fueron desarrollados.
Desde su creación nicial, Linux ha adoptado las estipulaciones de copyleft de la Fundación de Software Libre, que originó la Licencia Pública General (GPL) GNU GPL. Copyleft dice que cualquier cosa tomada gratuitamente y modificada, debe a su vez ser distribuida de forma gratuita.
En la práctica, si Linux o otros componentes de GNU se desarrollan o modifican para crear una nueva versión de Linux, esa nueva versión debe ser distribuida de forma gratuita. Esta es la base del desarrollo de código abierto que evita que un desarrollador u otros grupos se beneficien del trabajo libremente disponible de otros, como es el caso de Android.
La otra parte del mundo del software es el privativo, que se soporta sobre Windows y que tiene una historia de demandas, compras a bajo precio de desarrollos de software de terceros y de un monopolio generado de negociaciones controvertidas con los fabricantes de computadores que de alguna manera ha obligado a los usuarios a solo conocer y usar ese sistema operativo.
Como parte de la guerra comercial y de los desarrollos tecnológicos necesarios para el Internet de las cosas, los dos gigantes chinos han logrado mejores desarrollos como el G5 que se intenta frenar desde Washington, acusándolos de espiar el sistema norteamericano.
Lo cierto es que el gigante Google sabe y conoce toda la información que los usuarios de sus plataformas le dan cada día y que se cruza de manera permanente desde todos los aparatos a los que acceden de manera constante, información que se convierte en ganancias económicas por el sistema de publicidad que se basa en algoritmos que especifica los gustos y rutinas de los usuarios.
En China el asunto no es menor, y en general el sistema sabe qué hacen sus ciudadanos, todo por la misma lógica de conexión y análisis de datos de forma permanente que se van entrelazando con otros sistemas de ubicación como son las cámaras de vigilancia situadas en cualquier lugar de la ciudad. Todo es información útil para mantener el orden del sistema político.
¿Qué viene ahora?
Quizás pueda ser el momento de una nueva revolución tecnológica de diseño del software libre que da tantas posibilidades, el tema finalmente es de lenguaje, servicios y acceso, que aunque el poder lo tiene, por ahora, los Estados Unidos, es el momento que el gigante chino tome cartas en el asunto y rompa el monopolio.
“Hemos preparado nuestro propio sistema operativo, si resulta que ya no podemos usar estos sistemas, estaremos listos y tendremos nuestro plan B”, dijo el ejecutivo de Huawei, Richard Yu, en una entrevista reciente con Die Welt. Huawei comenzó a trabajar en un reemplazo de Android a principios de 2012 cuando Estados Unidos abrió una investigación sobre Huawei y ZTE, según el South China Morning Post , y aún estaba desarrollando el sistema en el 2016.
Según el sitio de South China Morning Post “tener un sistema operativo alternativo probablemente ha adquirido una mayor urgencia para Huawei en medio de la escalada de las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China. H
uawei, el proveedor de equipos de red de telecomunicaciones más grande del mundo, también enfrenta una serie de cargos de EE. UU., Incluido el hecho de que la empresa robó secretos comerciales, violó las sanciones económicas y ocultó sus negocios con Irán a través de una filial no oficial. Huawei ha negado con vehemencia los cargos estadounidenses.
La guerra continua entre poderes políticos hegemónicos y tecnología en perjuicio de los usuarios que son domesticados por un mercado que establece únicas formas posibles de acceder al sistema, cuando en la realidad hay infinidad de posibilidades en el mundo del software libre.
Fuente: Un Minuto Radio