Frente al temor de muchos, la “inteligencia artificial” y los robots no son la gran amenaza social de la tecnología, sino que el peligro es “una menor inteligencia de los humanos” al dejar por comodidad en manos del software tareas clave como esforzarse por opinar más allá de lo que leen en Twitter.
Así lo explicaron hoy expertos nacionales e internacionales de inteligencia artificial y robótica durante una rueda de prensa conjunta en Madrid, organizada por la Fundación Ramón Areces y Springer-Nature, sobre el impacto de dichas tecnologías en la biomedicina.
En el acto participaron Tarek Besold, director de inteligencia artificial de Telefónica Innovación Alpha Health; Jamie Paik, directora del Laboratorio de Robótica Reconfigurable de la Escuela Politécnica de Lausana (Suiza); Kara Davis, del Centro Bass del Instituto de Investigación de Salud y del cáncer y leucemias pediátricos de la Universidad de Stanford (EEUU) o el catedrático de Sistemas Informáticos y Computación de la Universidad Politécnica de Valencia, José Hernández-Orallo.
Con tantas plataformas y redes sociales “la gente confunde las opiniones que lee con las suyas, y ese es el problema”, advierte la directora del Laboratorio de Robótica Reconfigurable de la Escuela Politécnica de Lausana.
Mucha gente ya “no piensa”, ni siquiera se esfuerza en recordar un número de teléfono, ni se preocupa por aprender muchas de las cosas que encuentra fácilmente en internet, advierte Jamie Paik.
Y el problema es que la tecnología puede fallar, e incluso Google no siempre contesta a todo y las personas, en general, están perdiendo destrezas para gestionar por su cuenta tareas hasta ahora habituales, añade la experta.
También el catedrático Hernández-Orallo alertó del “sedentarismo cerebral” que provoca la tecnología cuando la persona abandona el aprendizaje solo por comodidad, algo que por otro lado, es habitual en todo progreso, del mismo modo que el invento del lapicero o el bolígrafo en su día hicieron a la gente dejar de esforzarse por memorizar.
Con los sistemas de extensión cognitiva y los nuevos avances de la inteligencia artificial y el aprendizaje de las máquinas incluso a partir de nuestras emociones las capacidades tecnológicas seguirán aumentando.
A la realidad aumentada, realidad virtual, inteligencia artificial, aprendizaje automático, se suma ahora “la realidad tangible”, una nueva tecnología que permite incluso tocar lo que se muestra para sumergir más de lleno aún a la persona en las imágenes como si fueran reales, según los expertos.
Pese a los riesgos, todos reconocen las ventajas de la tecnología especialmente en la salud, en donde la enorme abundancia de datos de pacientes y enfermedades junto con las grandes capacidades de procesamiento de los ordenadores hoy en día permiten ya diagnosticar enfermedades y mejorar los tratamientos.
“Cómo motivar a las personas para que retengan las destrezas antiguas” es una de las claves para avanzar tecnológicamente de forma saludable, y para que los responsables sanitarios, entre otros, sigan preguntando a los pacientes en la consulta sin limitarse a la tecnología y sepan manejar también su material físico en caso de fallos en los hospitales, asegura Davis.
Por su parte, Besold propone mejorar la interacción robot-humano para ganar destrezas humanas y evolucionar de la mano de la tecnología, incluso con retos como jugar al ajedrez contra el ordenador o cualquier otro.
Fuente: la Vanguardia