Inspirado en un juguete, el ‘wearable’ ejerce una fuerza mecánica que ralentiza los movimientos de la mano como si se sumergiera en sirope
Cuando a sus 24 estudiaba medicina en Londres (Inglaterra), a Faii Ong le asignaron cuidar a una paciente de 103 años que padecía párkinson, el trastorno neurológico progresivo que afecta a la capacidad del movimiento. Después de observar cómo su paciente luchaba por comerse un plato de sopa, Ong preguntó a una enfermera qué se podría hacer para ayudar a la anciana. “No se puede hacer nada”, fue la respuesta desalentadora que recibió.
Ong, ahora de 26 años, no aceptó la respuesta. Empezó a buscar la solución que pudiera aliviar los temblorosos síntomas del párkinson, un mal que afecta a una de cada 500 personas, no mediante las drogas sino la física. Después de evaluar el uso de bandas elásticas, pesas, muelles, la hidráulica y hasta la robótica, Ong optó por una solución más sencilla, inspirada en juguetes infantiles. “Los giroscopios mecánicos son como peonzas: siempre intentan mantenerse erguidos al conservar el movimiento angular”, explica Ong, y continúa: “Mi idea fue utilizar giroscopios para resistir instantánea y proporcionalmente los movimientos de la mano, amortiguando así cualquier temblor de la extremidad del usuario”.
Junto con varios compañeros de la Escuela Imperial de Londres, Ong trabajó en el laboratorio de prototipado de la universidad para ejecutar numerosas pruebas. Un prototipo temprano del dispositivo, llamado GyroGlove, demostró que su instinto era acertado. Ong cree que representa la primera solución de tratamiento portable para los temblores de manos y los pacientes que lo llevan afirman que es como sumergir la mano en un espeso sirope, donde los movimientos son libres pero simultáneamente ralentizados. En unas pruebas bajo condiciones normales de presión y temperatura, el guante redujo los temblores en hasta un 90%.
El diseño de GyroGlove es sencillo. Emplea un giroscopio en miniatura de regulación dinámica, en el dorso del guante, dentro de una carcasa de plástico adherida a la tela del guante. Cuando se enciende el dispositivo, el giroscopio alimentado por batería cobra vida con un suave ronroneo. Su orientación se regula mediante una bisagra de precesión y una plataforma giratoria, ambas controladas por un pequeño circuito impreso, resistiéndose así a los movimientos del usuario mientras el giroscopio intenta mantenerse erguido.
Mientras que los prototipos iniciales del pequeño dispositivo aún requieren mejoras en su tamaño y en el ruido que emiten, la profesora de biodinámicas musculoesqueletales en la Escuela Imperial de Londres Alison McGregor, que ha servido de mentora para el equipo, dice que el dispositivo “tiene un gran potencial y podría tener un impacto importante en la calidad de vida de los usuarios”. Helen Matthews del Fondo para una Cura para el Parkinson se muestra de acuerdo: “GyroGlove hará posible la ejecución de tareas cotidianas como utilizar un ordenador, escribir, cocinar y conducir para los enfermos”, afirma.
En 2014, la empresa de Ong, GyroGear, llegó a la final de OneStart, la competición más importante del mundo de negocios de biotecnología. El año pasado el equipo fue nombrado campeón inaugural de F Factor, el reto tecnológico más grande de la Unión Europea, fundado por el magnate musical Simon Cowell en un esfuerzo por descubrir y apoyar una nueva generación de emprendedores tecnológicos. El premio de 10.000 libras esterlinas (unos 13.200 euros) ha proporcionado gran parte de la financiación del desarrollo y los costes operativos del GryoGlove.
Quedan algunos retos que resolver antes de que el guante esté disponible comercialmente. “Los giroscopios deben equilibrarse correctamente según las velocidades a las que operan”, explica Ong. “Con lo simples que son, poder hacerlos girar silenciosamente y de manera fiable a miles de RPM representa otro reto clave”.
Mientras que Ong y su equipo aún no han fijado una fecha exacta para el lanzamiento ni el precio definitivo para el guante, esperan lanzarlo en Reino Unido antes deseptiembre con un precio de entre 400 y 600 libras (entre unos 550 y 850 dólares o unos 528 y 791 euros). Más adelante, Ong tiene planes de abordar temblores en otras partes del cuerpo, como las piernas. También cree que el dispositivo podría ser empleado en contextos profesionales donde el usuario necesita tener una mano firme, como las cirugías, la fotografía y hasta los deportes.
El dispositivo ya ha generado mucha esperanza entre los pacientes de párkinson, según Sarah Webb, la fundadora de la Comunidad de Parkinson Temprano del Sur de Londres. “La gente que padece párkinson toma un cóctel de fármacos a diario, que a la larga no resultará demasiado efectivo”, explica. Y concluye: “El Gyroglove es un concepto emocionante y totalmente nuevo: algo que podemos llevar puesto, algo que nos deja percibir los beneficios inmediatamente y nos facilitará la vida y permitirá que nos dediquemos a vivir”.