El ladrillo cocido, la unidad básica estructural de prácticamente la mayoría de nuestras viviendas, se ha utilizado como material de construcción durante miles de años; sin embargo, rara vez se le ha encontrado un uso alternativo. Hoy en día, las paredes y edificios de ladrillos ocupan grandes cantidades de espacio que podrían aprovecharse mejor si se les diera un doble propósito. Y eso es precisamente lo que se había propuesto un equipo de investigadores de la Universidad de Washington, quienes han conseguido que a partir de ahora los ladrillos cocidos convencionales se puedan convertir en unidades de almacenamiento de energía. Los resultados de su investigación se recogen en el artículo titulado Energy storing bricks for stationary PEDOT supercapacitors publicado recientemente en la revista Nature Communications «Estos `ladrillos inteligentes´ se pueden cargar para almacenar electricidad como una batería hasta que se necesiten para alimentar dispositivos» explican sus creadores.
Con una historia de 5000 años que se remonta a la China neolítica, los ladrillos se conforman principalmente por una mezcla de partículas de sílice -SiO2- Alúmina -Al2O3- y hematita (α-Fe2O3). De hecho, el color rojo de un ladrillo se origina por este último compuesto, un pigmento utilizado por primera vez por los seres humanos hace 73.000 años y que hoy en día sirve como precursor inorgánico natural, abundante y de bajo costo para catalizadores, imanes y aleaciones. Los materiales de almacenamiento de energía de última generación también se producen a partir de hematita.
«Estos `ladrillos inteligentes´ se pueden cargar para almacenar electricidad como una batería hasta que se necesiten para alimentar dispositivos»
Así, Julio D’Arcyy sus colegas han convertido ladrillos rojos en un tipo de dispositivo de almacenamiento de energía llamado supercondensador. Para ello aprovecharon la estructura porosa del ladrillo para depositar al vapor una capa de un polímero conductor llamado PEDOT convirtiéndolo en un electrodo de almacenamiento de energía.
«La microestructura porosa de un ladrillo cocido, su robustez mecánica y el contenido cercano a un 8% de óxido de hierro -FE2O3- proporciona un sustrato ideal para desarrollar electrodos electroquímicos PEDOT y supercondensadores estacionarios que pueden apilarse fácilmente en módulos» comenta D’Arcy. «Nuestra tecnología de supercondensadores agrega valor a un material de construcción muy barato y demuestra un proceso escalable que permite el almacenamiento de energía para alimentar microdispositivos de manera integrada en las estructuras arquitectónicas» añade.
Los cálculos de los autores sugieren que las paredes fabricadas a partir de estos ladrillos podrían almacenar una cantidad sustancial de energía y que este trabajo podría inspirar el desarrollo de una nueva generación de materiales de construcción.
Fuente: nationalgeographic.com