Lo que finalmente se llamó biohacking se puso en práctica relativamente hace poco, cuando la tecnología permitió la creación de chips tan pequeños e inocuos como para inyectarlos bajo nuestra piel sin aparentes consecuencias para la salud. Y lejos de ser algo de ciencia-ficción, es algo que empresa sueca lleva ofreciendo a su plantilla, con un total de 150 trabajadores con un chip bajo su piel.
La compañía en cuestión es Epicenter y de momento ofrece esto de manera opcional a sus empleados. El chip es del tamaño aproximado de un par de granos de arroz y básicamente se trata de una manera de aprovechar la automatización, integrando en la misma el propio ser humano.
Espera, ya pago yo con mi mano
La comodidad y el ir a lo práctico es lo que motivaron la idea y lo que, según Patrick Mesterton (cofundador y CEO de Epicenter), es la principal ventaja de implantarse un chip, siendo él mismo uno de los “cíborgs”. El microdispositivo ejerce de llave/tarjeta, de tarjeta de crédito y sirve para activar algunos elementos del entorno laboral como las impresoras, por lo que el empleado no ha de recordar llevar encima dichas tarjetas, llaves o dispositivos.
Como introducíamos al principio esto no es estrictamente nuevo, y de hecho los microchips usan la tecnología NFC (justo la misma que los pagos móviles o las tarjetas contactless) para todas estas aplicaciones. Desde Epicenter nos aclaran que tienen en plantilla al biohaker sueco Hannes Sjöblad, y que aquellos que han querido formar parte de esta innovación han podido implantarse voluntariamente este chip (que tiene un coste aproximado de 150 dólares).
Esto se ha hecho en algunos eventos que el biohacker ha organizado, a los cuales ha asistido parte de los 2.000 empleados que hay en toda la red de empresas que colaboran con Epicenter. De éstos unos 75 se han implantado el microchip, de los cuales seis pertenecen a Epicenter (y junto con otros 75 no pertenecientes a las empresas suman un total de 150 implantados).
Adiós a la privacidad y hola a ser parte del futuro
El año pasado vimos cómo esto empezaba a ser una tendencia, hablando de grinders y bioingenieros según qué, cómo y para qué se hacía la implantación de microchips y otros elementos. Pero una vez más el avance y el alcance tecnológico es más veloz que el legislativo y esta actividad se encuentra pendiente de regulación, así como de investigaciones que estudien si hay consecuencias para la salud a largo plazo.
Otro aspecto a tener en cuenta es la privacidad. En este sentido la empresa no ha concretado el tratamiento de los datos que estos chips proporcionan sobre sus usuarios, como pueden ser el tiempo que pasa en el trabajo (o en ciertas áreas del mismo), cuánto y qué consume en él y otras informaciones acerca de su actividad, aunque veíamos que no parecía importar a alguno de los trabajadores que además se mostraban contentos de “formar parte del futuro”.
Al hablar del biohacking o biopunk ya vimos que cada vez es más sencillo implantarse uno de estos chips y que, aunque de manera minoritaria, se ha convertido en uno de los servicios que dan los salones de tatuajes (se adquiere el kit por internet por un precio que ronda los 50 y 100 dólares).
¿Seguirán otras empresas el camino de Epicenter? Es probable si tanto empleados como empresa obtienen beneficios por un precio relativamente bajo, de hecho ya lo hicieron en New Fusion, una empresa belga. ¿Y vosotros, os insertaríais un microchip para tener una rutina más cómoda?
Fuente: Xataka