Cada vez concentramos más tareas en un mismo dispositivo electrónico. Y cada vez es más grande el drama que sigue a una batería que se extingue. Cables en el bolso, cargadores portátiles, baterías de repuesto, modo avión, control de gasto energético de las aplicaciones… Ya no sabemos qué hacer para rascar un ratito más de encendido.
Con los años, nos hemos vuelto razonablemente buenos en lo que a generar energía se refiere, pero no se nos da tan bien almacenarla. Un equipo interdisciplinarformado por investigadores de la Universidad de Karlsruhe y el Helmholtz Institute Ulm (Alemania) se ha propuesto resolver un problema que va mucho más allá de la faena de quedarse sin Whatsapp y cuya solución pasa por poner a los iones de litio a jugar al Jenga.
- El problema
Ponemos baterías de litio en móviles, coches, portátiles y hasta los generadores que brindan electricidad a casas que no están conectadas a una red estatal, como suele ocurrir en países en vías de desarrollo. Pero su rendimiento no solo no es perfecto, sino que empeora con el tiempo, independientemente de que la pila sea recargable o no.
Además, el problema de nuestras baterías de litio no es solo que mueran cuando más las necesitamos. Tampoco podemos continuar fabricándolas al ritmo que hemos seguido hasta ahora. La comunidad científica vaticina una inminente escasez en nuestras reservas de litio. Este elemento es de los más raros que se pueden encontrar en la corteza terrestre y continúa haciendo frente a una demanda creciente que también afecta a otros metales y minerales: aluminio, cobre, plomo, manganeso, níquel, plata, acero, cinc y los aún más raros, indio, molibdeno y neodimio.
- La solución
Las baterías infinitas tienen que jugar a Jenga. Los investigadores de Karlsruhe y Ulm, cuyo proyecto avanza con la financiación del programa de futuro y tecnologías emergentes de la Unión Europea, han dado con una distribución mejor. Proponen una nueva conformación que emplee una alta concentración de litio en una organización cúbica y densa que los científicos llaman estructura de oxifluoruro y los demás mortales llamamos torre de jenga.
La idea es que esta disposición permitirá a los iones entrar y salir del cubo como lo harían los bloques de madera del popular juego de mesa. La estabilidad de esta estructura se combina con una sorprendente movilidad de los iones, que permite que las baterías puedan ser recargadas con mayor frecuencia y alcanzando una capacidad energética mayor que la de sus predecesoras
Fuente: Retina El Pais