Antaño verdaderos colosos de la autonomía, los smartphones han pagado un alto precio a cambio de sus enormes pantallas HD, potencia y sistemas biométricos: la batería. Y es que la autonomía de un móvil medio en la actualidad suele dar para un día de uso y tener que cargarlo en cuanto se llegue a casa. Es harto sabido que tras 1-2 años de uso, la batería del terminal ya no se comporta de la misma forma, pero si lo que tienes es problemas a la hora de recargarla -de repente va muy despacio, el smartphone no aguanta la carga-, sigue estos pasos para descubrir el posible motivo.
Paso 1 – Apagar el móvil
Con juegos cada vez más complejos demandando más poder de procesado, es posible que incluso conectado a la luz el móvil gaste más electricidad de la que carga. Para poner a prueba el terminal, apaga el móvil y conéctalo a la carga de nuevo para recargarlo apagado. O si no queremos apagarlo, simplemente quita la app, pon el terminal en Modo Vuelo y comprueba si cargar con normalidad.
Paso 2 – App Ampere
Para certificar que el terminal recibe energía conectado a la luz, hay que probar la cantidad que se transmite. Y para ello puedes usar la aplicación Ampere, una herramienta para comprobar si tu móvil carga o no carga, y en caso afirmativo cuánto está cargando o si en realidad está usando electricidad, no cargándola.
Paso 3 – Cable de Carga y Adaptador
Lo primero es echar un vistazo al cable al que conectamos el teléfono. En sí es una de las partes que más suele sufrir, ya que lo doblamos, lo enrollamos o lo dejamos permanentemente conectado al mismo sitio, quizás cerca de dónde trabajamos, con el peligro de poder pasarle una silla de oficina por encima. Puede que sea por mil cosas, o simplemente por uso intensivo que el cable esté pelado en la base del conector, o a lo largo de su superficie. La otra mitad de un cable de carga es el adaptador a la pared, que viene con elementos de carga rápida que los hacen más eficientes a la par que sufrir más desgaste. Puede que el adaptador USB tenga una conexión rota, un cable interno pelado o quemado. La prueba es conectar el móvil al PC con el cable, y si vemos que carga, entonces es casi seguro que la culpa es del adaptador.
Paso 4 – El puerto USB
Otro de los elementos que más sufren en la recarga de un móvil es el puerto USB, ya que no sólo coge polvo (ojo, que puede ser el problema), sino que se enfrenta a cientos de intentos equivocados cuando le intentamos enchufar el cable del revés e insistimos hasta que nos damos cuenta. A menudo el problema es de origen físico y atañe a la placa de metal en el hueco del puerto. Si queremos intentarlo podemos apagar el móvil, quitarle la batería si es extraíble e intentar enderezar la placa con un clip para que el cable vuelva a encajar bien.
Paso 5 – Batería
En ocasiones que el móvil no se cargue puede obedecer simplemente a que la batería se nos está muriendo. En este caso, si la batería es extraíble podemos buscar incluso señales físicas como un abultamiento de ésta y/o que está derramando fluido. Si la batería de nuestro móvil no es extraíble, la cosa es más complicada y de servicio técnico o tienda de un amigo si no somos mañosos.
Paso 6 – Sistema Operativo
A la hora de pensar en un problema de carga, tendemos a asociarlo a un problema físico. Pero en sí puede que sea del sistema operativo, ya que si bien los nuevos Android suelen estar optimizados para ahorrar batería, las versiones más recientes en móviles más viejos demandan usar todos los recursos del teléfono y por tanto drenan más la batería. Al mismo tiempo si estamos en una versión Android demasiado antigua, conviene que actualicemos a una nueva.
Paso 7 – El Enchufe
Puede que le estemos echando la culpa al móvil o a sus periféricos cuando el problema en sí a lo mejor está en casa. Si el móvil no se carga en una fuente de luz y sí en otra, ya sabemos que toca desmontar el enchufe o llamar al electricista. Y lo mismo si lo cargamos conectándolo al PC y funciona en un USB y no en otro.
Fuente: Tecnoxplora