La nube transforma a quien se sube a ella. Pero, ¿se pueden subir todos para disfrutar de esa transformación? No. Aún queda mucho trecho por andar: la brecha tecnológica sigue ahí.
“No requieren saber de machine learning”, asegura por eso Andy Jassy, máximo responsable de Amazon Web Services, la filial dedicada a la nube del conglomerado tecnológico. El directivo trata de atacar así este problema durante la charla que dio en el re:Invent, el gran evento anual de la compañía que se celebra en Las Vegas. Fueron, en conjunto, tres anuncios, tres nuevos servicios pensados para quien no tiene formación en data science. El más llamativo, Amazon Textract, que permite coger cualquier documento y digitalizarlo conservando todos sus atributos de formato.
¿Apenas un espejismo? La inmensa mayoría de anuncios en el evento se dedicaron a mejorar el reconocimiento de imágenes vía aprendizaje automático o a reinventarse el blockchain a su manera, estaban pensados para los que sí pueden permitirse un equipo centrado en tecnología.
Las consecuencias de este abismo han causado alertas en las principales citas económicas del año. Desde el Foro Económico Mundial de Davos se anunciaba un dato inquietante, que le ponía al fin un número concreto para medir el tamaño de esa brecha. Da igual que se hable de finanzas, de la industria del automóvil, de los seguros o del turismo. Hoy en día, el crecimiento asociado a la adopción de nuevas tecnologías se lo llevan el 20% de las compañías líder en cada sector. Fue la conclusión de un informe realizado entre el Foro Económico Mundial y la consultora tecnológica Accenture que se fijaba en nada menos que en 14 industrias distintas.
Al mismo tiempo, está cuantificado también que las pymes (o SMES, como se las conoce en el mundillo anglosajón) representan hasta un 55% del PIB mundial y entre el 60 y el 70% del empleo, según datos de la Organización Mundial del Comercio. En países como España, esta cifra es aún mayor: el 99,98% de nuestras empresas son pymes y crean el 74% del empleo, según datos del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.
Desde Davos, se alertó de que el problema de dejar fuera al corazón económico mundial de los beneficios de reinventarse con la tecnología no es baladí: “Si no se implementan [los avances tecnológicos] de una manera más amplia, una desigualdad industrial podría emerger, creando un pequeño grupo de líderes industriales altamente productivos y dejando rezagada al resto de la economía”.
Las imágenes de logos que acompañaban a cada anuncio de Amazon Web Services en su gran conferencia de novedades eran fiel reflejo de este problema. Marcas de todos los sectores, sí, pero marcas líderes: Nike, Netflix, Ubisoft, Snapchat, Comcast, Disney, Siemens…
Desde Amazon afirman “ser conscientes y muy sensibles del problema”. En una entrevista concedida a EL PAÍS RETINA, Miguel Álava, director de AWS para el sur de Europa, profundizó sobre el problema, que no está tan ligado a una necesidad de tener un gran tamaño para emprender un proyecto tecnológico sino a los conocimientos que son necesarios para sacarle todo el jugo a estas herramientas: “Para mitigar esto estamos trabajando en dos líneas. La primera, insistir muchísimo en la formación. El año pasado, formamos a 7.000 personas gratuitamente. La segunda, hacer la barrera de conocimiento cada más baja. Y eso se hace con servicios concretos que hemos presentado, como el OCR, que no requieren saber programar. Pero creemos que es una cuestión que va más allá de nosotros, que es una cuestión social global”.
¿Y qué se pierden las pymes por no dar el salto a la nube? ¿En qué se concreta este cambio? El mejor reflejo lo dieron desde el re:Invent las empresas que pertenecen a los sectores más tradicionales. Durante la conferencia Pavimentando el terreno para el futuro de la industria automovilística, Peter Garzarella, responsable del equipo de software de Volkswagen, fue brutalmente sincero: “Estamos viviendo la transformación de una empresa centrada en el metal, en la chapa y pintura a ser, esencialmente, una compañía de software”.
Fuente: Retina El Pais