Ver un partido de fútbol va a dejar de ser una experiencia plana. Ni siquiera habrá televisor. Gracias a unas gafas de realidad virtual, el telespectador entrará en los vestuarios y saldrá al campo junto a los jugadores, y podrá seguir el juego desde la parte del campo que elija, en tiempo real. Si en un viaje el viajero recae de su vieja dolencia cardiaca no tendrá que esperar al regreso. Su cirujano de confianza le operará en remoto gracias a unos robots quirúrgicos que obedecerán sus órdenes al instante, aunque haya miles de kilómetros de por medio. Los campos se sembrarán no solo de trigo, sino de pequeños chips que controlarán todas las faenas, desde el riego a la recolección con tractores automatizados. Los hogares, las fábricas, los coches autónomos y, también lamentablemente, los arsenales de armas serán controlados también a distancia sin el riesgo del retardo porque cuando se apriete el botón, la máquina o el dispositivo responderá en un milisegundo, lo que tarda el cerebro humano en accionar una mano o cualquier músculo.
No es el futuro. Esas experiencias ya se han llevado a cabo como proyectos pilotos o en el laboratorio. Y pronto serán cotidianas gracias a una tecnología llamada 5G. El 5G o quinta generación de telefonía móvil son una serie de estándares que permitirán un salto en la tecnología inalámbrica similar al que supuso la invención del PC de sobremesa para la informática.
“La irrupción de los smartphones cambió nuestra vida de arriba abajo en menos de diez años. Con la llegada del 5G el cambio seguramente será mayor, más profundo en la sociedad, más disruptivo. Podemos imaginar cuáles serán algunas de las aplicaciones que traerá el 5G, como el coche autónomo o la cirugía teleasistida, pero los modelos de negocio y los cambios socioeconómicos que desencadenará esta tecnología son todavía una gran incógnita”, afirma Roberto Sánchez, director general de Telecomunicaciones del Ministerio de Economía.
Gracias al 5G, se podrán conectar entre sí millones de dispositivos, y procesar miles de petabytes de datos en tiempo real para gobernar en remoto desde fábricas a hogares completamente domotizados y ciudades inteligentes (smart cities). Las conexiones 5G son ya 10 veces más veloces que las 4G actuales, pero en el futuro se alcanzarán velocidades 250 veces superiores. Bajarse una película de 1GB desde un PC con conexión de fibra óptica tarda medio minuto; con el 5G, se podrá hacer en menos de un segundo. Además, el 5G puede soportar la conexión de hasta un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado, lo que unido a la baja latencia, le convierte en la tecnología ideal para explotar a escala masiva el Internet de las cosas y la inteligencia artificial.
La latencia es el tiempo que tarda un dispositivo en ejecutar una orden desde que se le manda la señal. Cuanto más baja, más rápida será la reacción del aparato que accionemos a distancia. El 5G reduce ese retardo a menos de 5 milisegundos. Esa respuesta instantánea es la que permite que la conducción autónoma sea segura, pero también dirigir a distancia los sistemas de comunicación, seguridad o defensa.
La capacidad casi infinita de gobernar en la nube sistemas tan delicados como las comunicaciones o la defensa de un país, han convertido el 5G en una cuestión geopolítica y en el arma predilecta de la nueva guerra fría que se dirime entre Estados Unidos y China. El veto al fabricante chino Huawei, el mayor proveedor de redes 5G del mundo, por la Administración de Donald Trump es solo el último episodio de este conflicto.
El origen del conflicto
Aunque pocos lo recuerden, fue Barack Obama, el anterior presidente estadounidense, el que a finales de 2011 desató la batalla contra “el ciberespionaje chino”, y tras abrir una investigación en el Congreso, concluyó que tanto Huawei como ZTE suponían “una amenaza para la seguridad nacional”, y, en razón de ello, no podían suministrar redes a las operadoras del país como AT&T o Verizon.
El 5G puede soportar la conexión de hasta un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado
En realidad, Trump se ha limitado a formalizar el veto virtual que ya aplicaba Obama a las firmas chinas al firmar la National Defense Authorization Act de 2019, e incluir posteriormente en una lista negra (Entity List) a Huawei, que impide a cualquier empresa estadounidense, como Google, Intel o Qualcomm, tener relaciones comerciales con la marca china, salvo aprobación expresa del Gobierno.
La acusación, nunca probada como insisten hasta la desesperación los directivos de Huawei, es que el fabricante chino diseña sus redes bajo el designio del Gobierno y el Ejército comunista creando capas ocultas (las llamadas puertas traseras) que le permitan controlar o espiar las comunicaciones cuando sea preciso.
“No aceptamos alegaciones sin pruebas. Todo esto es un tema geopolítico, y han convertido a Huawei en moneda de cambio. Llevamos meses siendo atacados y gracias a ello todo el mundo conoce a Huawei. Es publicidad gratuita, pero sobre todo, estas acusaciones nos han hecho enfocarnos en innovar e invertir, estar más abiertos y unidos con nuestros clientes; especialmente nos ha hecho estar enfocados en el mercado europeo”, precisa Tony Jin Yong, consejero delegado de Huawei en España.
Ningún operador español ni europeo ha denunciado indicio alguno de que las redes que suministra Huawei sirvan para el espionaje. “En todos los análisis que hemos realizado sobre nuestra red no hemos identificado ningún riesgo externo. Siempre elegimos con precaución y tras numerosos y exhaustivos análisis nuestros proveedores, buscando la excelencia en la calidad y seguridad de nuestra infraestructura de red”, indica Ismael Asenjo, director general de Tecnología de Vodafone España.
Sin pruebas
Frente a las acusaciones estadounidenses, los documentos que destapó el desertor Edward Snowden prueban fehacientemente que, al menos la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), espió a Huawei y a su fundador durante los mandatos de George W. Bush y de Barack Obama. También es notorio que el Gobierno chino aplica bloqueos comerciales y censura a los gigantes tecnológicos como Google, Facebook o Amazon, lo que favorece la implantación en el país de firmas chinas.
En esta guerra fría del 5G, los bloques no están aún muy definidos. Los gobiernos de Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Japón se han alineado con EE UU. Por contra, la Unión Europea no tiene una posición única. Reino Unido está debatiéndose si unirse al veto; Francia y Alemania han abierto investigaciones sobre las redes de Huawei, y España no tiene una posición definida, a la espera de la respuesta común que adopte la Comisión Europea, que no acaba de llegar.
“La prioridad máxima del Gobierno español es garantizar la seguridad y la privacidad de las redes de telecomunicaciones, así como la preservación de los derechos de los consumidores, y todos aquellos aspectos relacionados con la seguridad nacional. Todo ello, sin perjuicio del impulso a la innovación, que permitan a nuestro país competir en igualdad de condiciones en la nueva era tecnológica. España está trabajando además activamente con los demás países de la Unión Europea en la adopción de decisiones para establecer un modelo de ciberseguridad europeo en las redes de comunicaciones.Y ha sido uno de los países que más activamente ha propuesto la adopción de modelos de garantía de seguridad de las redes 5G a nivel europeo”, señala Roberto Sánchez.
La UE se ha limitado a trazar un vago plan de implantación de la nueva tecnología. En septiembre de 2016, la Comisión lanzó el “5G para Europa: un plan de acción”, en el que se establecía una hoja de ruta para el despliegue y la inversión pública y privada en infraestructura 5G en la UE. Los Estados deberán asignar la banda de frecuencias que soporte el 5G en 2020, para garantizar los primeros lanzamientos comerciales en 5G para 2020, y la implementación completa, al menos en las grandes vías de transporte y las capitales, para 2025.
Sobre la seguridad de las redes, el compromiso es bastante vago. Se limita a señalar que los Estados miembros deben intercambiar información entre sí y, con el apoyo de la Comisión y de la Agencia Europea de Ciberseguridad (ENISA), para completar una evaluación coordinada de los riesgos del 5G a más tardar el 1 de octubre de 2019. Sobre esta base, los Estados acordarán un conjunto de medidas de mitigación que podrán utilizarse a nivel nacional y que pueden incluir requisitos de certificación, ensayos, controles, así como la identificación de productos o proveedores que se consideren potencialmente no seguros, hasta el punto de excluir a empresas de sus mercados por motivos de ciberseguridad. Los operadores europeos esperan como agua de mayo esas instrucciones.
Retraso en la UE
El retraso de la UE del 5G respecto a otras áreas como Asia (Japón, China y Corea) y Estados Unidos es evidente. Pocos países han anunciado la puesta en marcha del 5G. En Reino Unido, EE (Everything Everywhere), la filial móvil de la antigua BT, ha encendido la primera red 5G en Reino Unido en áreas limitadas de seis ciudades (Belfast, Belfast, Birmingham, Cardiff, Edimburgo, Londres y Mánchester). En Italia, Vodafone arrancó el 5G en Milán, Roma, Turín, Bolonia y Nápoles. Francia y Alemania no tendrán 5G comercial hasta finales de 2020. Y solo pequeños Estados como Finlandia o San Marino operarán este año con la nueva tecnología.
Ningún operador español ha denunciado indicio alguno de que las redes de Huawei sirvan para el espionaje
En España, Vodafone ha tomado la delantera y este mes lanzará de la mano de Huawei el 5G en siete ciudades del país (Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao, Málaga, Valencia y Zaragoza). Orange y Telefónica tienen menos prisa.
“Telefónica está preparada técnicamente para su despliegue tan pronto como la tecnología, el espectro y los dispositivos estén disponibles. Estimamos que el despliegue comercial de 5G se producirá a partir de 2020 en las filiales más importantes y asociados al modelo Non Stand Alone. Esperamos un despliegue comercial masivo en el horizonte 2022 a 2025, dependiendo de los mercados y asociado al modelo Stand Alone,que engloba todas las capacidades asociadas a nuevos servicios 5G”, anuncia Enrique Blanco, director general de Tecnología de Telefónica.
Como señala el directivo, estos primeros lanzamientos se realizan a medio gas, con el estándar Non Stand Alone, que en realidad es una adaptación al 4G. No será hasta a partir de 2021 cuando el 5G empiece a funcionar a pleno rendimiento y hasta 2025 cuando estará operativo en la mayores poblaciones.
Para ello, es preciso liberar la banda de los 700 megahercios (MHZ), actualmente ocupada por los canales de la TDT, a través de una subasta que tendrá lugar a principios de 2020, y en la que el Gobierno podría recaudar un buen pellizco. “La recaudación la determinarán los operadores, que son los que pujan. En cualquier caso, el trabajo que ha hecho este Gobierno en materia de telecomunicaciones es intachable. Poco después de tomar posesión, en julio del año pasado, celebramos la primera subasta de espectro para el 5G. El feedback de los operadores fue muy bueno y demostramos que de ninguna manera nuestro objetivo era recaudatorio. Del mismo modo, nada debería hacer pensar a los operadores que la próxima subasta, a principios de 2020, será particularmente onerosa. La prioridad para nuestro Gobierno es que las redes 5G sean una realidad en España cuanto antes”, indica el director general de Telecomunicaciones.
Si a partir del 19 de agosto, Trump hace realidad su amenaza y consuma el veto a Huawei, los operadores españoles tendrían que buscar alternativas para evitar sanciones. Vodafone y Orange son los más expuestos, porque Telefónica tiene contratados sus equipos de radio para el 5G con Nokia y Ericcson (aunque en Brasil todo su despliegue es a través de Huawei).Y es que el hecho de que Telefónica cotice en Estados Unidos no supone a efectos del bloqueo decretado por Trump que sea considerada una empresa estadounidense, aunque sí le afecta como al resto el hecho de tener como proveedor a Huawei, informaron en fuentes jurídicas.
La Comisión ha solicitado a los gobiernos una evaluación conjunta europea sobre los riesgos antes de octubre de 2019
La clave es que ese veto solo afectaría a equipos fabricados en el extranjero si la proporción de contenido derivado de la tecnología estadounidense excede el 25% del valor de mercado, por lo que Huawei está testeando con los operadores esta circunstancia para evitar el bloqueo. La firma china ha asegurado a los operadores que todos los equipos certificados y comprados antes del 16 de mayo están exentos de las restricciones del Entity List, y que tienen stocks para los próximos entre 12 y 18 meses. Además, Huawei dice que trabajan en un plan B de componentes alternativos con iguales prestaciones, que deberá ser verificado en detalle, según informaron en fuentes familiarizadas con el asunto.
Lo cierto es que nadie duda del liderazgo tecnológico de las redes 5G del que presume Huawei, y de que su bloqueo puede retrasar en dos años el despliegue del 5G en Europa. “Fuimos los primeros a nivel mundial, en la primera mitad de 2018, de poner a disposición de nuestros clientes una red 5G completa extremo a extremo. Eso nos permite liderar el volumen de suministro de estaciones base 5G (más de 100,000 actualmente). Seguimos con un plan de inversiones en I+D para seguir liderando 5G con nuevas soluciones de cobertura para interiores; completando las soluciones para Edge Computing, mejorando las prestaciones de chips dedicados a Inteligencia Artificial; y mostrando los primeros smartphones 5G. En España, estamos comprometidos con que nuestro país esté en la primera oleada a nivel mundial de llegada del 5G. Eso ha hecho que en España se hicieran en 2018 las primeras llamadas a nivel mundial con tecnología estándar 5G, y arrancaran ese mismo año pilotos 5G con los tres principales operadores españoles. Y además nos ha permitido contribuir al Plan Nacional 5G, donde Huawei es el único suministrador 5G que está participando en los dos proyectos ganadores seleccionados por Red.es (Galicia y en Andalucía)”, señala José Capote, director de Soluciones Integradas de la Unidad de Negocio de Carrier de Huawei España.
La otra alternativa para escapar al bloqueo ensayada por Telefónica, aunque por ahora casi utópica, es una red de acceso abierta (Open-Ran), en la que se desagreguen y virtualicen los equipos de la red de acceso, para ser concebidos como una caja de marca blanca en el que participen los proveedores que quieran con los servicios integrados en la nube.
La Comisión Europea estima que los ingresos mundiales procedentes de la 5G deberían alcanzar el equivalente a 225 000 millones de euros en 2025. La asociación de operadores GSMA eleva la contribución de 5G a la economía mundial a 2,2 billones de dólares en los próximos 15 años. Y sectores tan estratégicos como el automóvil, la agricultura o las comunicaciones sufrirán una revolución completa con las nuevas redes. Un pastel demasiado importante para dejar que se trocee solo en el mantel de la geopolítica.
Fuente: El Pais