La ciudad inteligente o smart city usa infraestructura de conectividad, sensores y dispositivos conectados distribuidos en el entorno, centros integrados de operación y control, interfaces de comunicación y sistemas computarizados de gestión para solucionar problemas inmediatos, organizar escenarios urbanos complejos y crear respuestas innovadoras para atender las necesidades de sus ciudadanos.
Con el fin de garantizar esa gestión eficiente y sostenible, estas tecnologías habilitadoras digitales (THD) integran y analizan una cantidad inmensa de datos generados y capturados en diferentes fuentes que anticipan, mitigan e inclusive evitan situaciones de crisis.
Internet de las Cosas (IoT), como gran demandante de la conectividad que requieren las concentraciones urbanas, y como gran generador de datos, juega un papel fundamental en el desarrollo de la ciudad inteligente o smart city para la toma de decisiones a partir de la recolección de evidencias.
IoT recopila datos para ser compartidos según parámetros establecidos y que son analizados para la automatización de acciones
Lo cierto es que 5G apenas ha comenzado su despliegue en muchas regiones del Planeta y tiene un gran potencial que entregar en términos de conectividad.
La transición hacia 5G se inició a fines de 2018 en los Estados Unidos, China y Corea del Sur y según estudios recientes se estiman actualmente más de 1.000 millones de conexiones de esa tecnología y más de 200 redes comerciales en más de 60 países, las cuales llegarían a ser 2.000 millones para 2025.
Aunque las conexiones de 5G crecen, 4G seguirá proveyendo servicios a la mayor parte de los dispositivos, suponiendo, por ejemplo, un 48% en 2026 en América Latina.
En este escenario de recolección continua de información a través de distintos dispositivos desparramados en toda la ciudad, los datos se convierten en un elemento clave para la gestión de las ciudades y la generación de valor público.
En un estudio reciente analizando más de 200 ciudades de Estados Unidos se observó que, entre 2015 y 2020, la cantidad de ciudades que se administran a partir de la gestión de resultados se duplicó, pasando del 30% al 75%.
A su vez, el porcentaje de ciudades que lograron mayor compromiso de la ciudadanía se triplicó (del 19% al 70%), la cantidad de ciudades que disponen los datos a los ciudadanos también se triplicó (del 18% al 67%) y, por último, las ciudades que modifican sus programas a partir de la evidencia de datos pasaron del 28% al 61%.
El nuevo salto de tecnologías móviles al 5G está precisamente orientado a la conexión de las cosas y tendrá un gran valor sobre la productividad.
A partir de ofrecer experiencias de banda ancha mejoradas, IoT masivo y servicios de misión crítica, se podrán habilitar distintos usos con niveles de latencia segmentados. Con 4G ya se inició un camino hacia la virtualización de las redes que permite al administrador de los recursos integrar los servicios fijos y móviles separándolos en capas para ofrecer a cada usuario, ya sea empresarial o individual, los servicios que requiera.
Es así como la industria, la salud, la educación, el transporte, el trabajo y la vida doméstica, como también las ciudades, podrán contar con casos de uso innovadores que requerirán de distintos niveles de latencia.
La computación en la nube (cloud computing) viene siendo una de las THD para el procesamiento de grandes cantidades de datos que comienzan a ser generados a partir de la cada vez más creciente conectividad de las cosas.
Es en la virtualidad de la nube donde podrán implementarse muchas de las nuevas tecnologías, sistemas y soluciones colaborando entre sí, unida a conceptos como Edge Computing o Fog Computing que aumentarán las capacidades de manera descentralizada o distribuida de acuerdo lo demanden los distintos servicios.
Estas nuevas necesidades convergen con otro proceso en paralelo del lado de operadores de telecomunicaciones, quienes recurren hoy a la virtualización y a la nube, con el objetivo de reducir sus costes de red y lograr una mayor agilidad, seguridad y capacidad analítica sobre los datos que cursan.
Estas necesidades y tendencias llevan a una nueva convergencia muy particular entre las telecomunicaciones y la informática, ya que se unen perfectamente para lograr una infraestructura capaz de dotar de conectividad y capacidad de cómputo a las empresas y dispositivos.
Tanto el 5G, como la bajada de costes y evolución del tendido de fibra, o la revolución de nuevos desarrollos satelitales de baja órbita y las nuevas versiones del Wifi y su asignación dinámica y compartida serán motores de innovación para dar más alternativas de conectividad a las ciudades.
Es por esto por lo que la planificación a futuro de la conectividad debe contemplar cierta neutralidad tecnológica, la promoción de redes híbridas y colaborativas con el sector privado de modo de poseer más opciones que puedan ser efectivas en términos de coste para cada una de las necesidades que se planteen.
Todo ello demandará en las ciudades un salto de densificación muy significativo de las redes, que las obligará a actuar rápido para adaptarse a esta nueva necesidad, adaptando procesos administrativos internos para habilitar de forma expedita la instalación y compartición de infraestructura y equipos.
Finalizamos recordando que la infraestructura de conectividad ha demostrado ser crítica para las ciudades durante la pandemia de la COVID-19.
La conectividad fue clave para asegurar la continuidad de actividades convencionales de trabajo, educación, mantener los servicios públicos y garantizar la continuidad de las cadenas de suministro y los negocios.
Además del teletrabajo, nuevas modalidades de trabajo y provisión de servicio remotas o híbridas han surgido o crecido exponencialmente y, en la mayoría de los casos, se han establecido como parte de una nueva normalidad, destacando la teleeducación, la telemedicina, el comercio electrónico y el gobierno electrónico.
Fuente: