En el fondo de los océanos de todo el planeta hay más de un millón de kilómetros de cable. Se utiliza para transportar cantidades ingentes de información en tiempos cada vez menores. Básicamente son los cables que hacen posible que exista internet y los centros de datos donde guardar todo lo que existe online. Sus dueños son las grandes compañías tecnológicas: Facebook, Google, Microsoft… Pero los primeros en utilizar este entramado para conectar al mundo fueron las empresas de telecomunicaciones, que siguen valiéndose de él para llevar la fibra óptica a la mayor cantidad de lugares posible. Una investigación de la universidad de Berkeley (California) ha descubierto un nuevo uso: también son útiles para detectar seísmos.
La clave está en la fibra oscura, así es como se denomina a los cables de fibra óptica que ya no se utilizan. Según el departamento de Tierra y Ciencias de Medio Ambiente (EESA) del Laboratorio de Berkeley, podrían usarse como sensores para la actividad sísmica. Durante siete meses, los investigadores hicieron pruebas en un segmento de cable de Estados Unidos con el objetivo de mapear las vibraciones que ocurren bajo tierra.
Consiguieron datos de ondas sísmicas de baja intensidad provocadas por terremotos que ocurrieron en zonas alejadas. ¿Cómo lo hacen? A través de disparos de pulsos cortos de láser a lo largo de la fibra, así es como miden los campos de ondas sísmicas. Los movimientos de las fallas producen vibraciones en la fibra óptica, lo que hace que parte de la luz del láser se disperse. Los investigadores analizaron cuánta luz se pierde entre un punto y otro del cableado y así pudieron detectar la magnitud del movimiento sísmico. Utilizando esta técnica, detectaron los dos terremotos ocurridos en México en septiembre de 2017.
Hasta ahora, el método para medir la magnitud de los seísmos es el uso de sismógrafos. Pero los investigadores aseguran que, aunque aún está en fase de pruebas, el uso de fibra oscura ha demostrado ser también eficiente. Una de las ventajas que tiene es que buena parte de la inversión en infraestructura ya está hecha. Bajo las aguas, hay más cables de los que se usan realmente. El proceso de ponerlos ahí abajo y transportarlos uniendo regiones lejanas es tan costoso que se ponen de más. Eso hace que a día de hoy haya espacio libre para darles otros usos.
Otras investigaciones apoyan estos resultados. En julio del año pasado, el Centro de Investigación Alemán de Geociencias GFZ publicó en la revista Science otro estudio en el que se utilizaban cables submarinos para determinar la ubicación de los terremotos. A diferencia del último estudio, esta aproximación utilizaba cables de fibra óptica activos. Es decir, que aquellos que se usaban para llevar internet a tierra, también servían para saber cuándo la tierra se movía.
Fuente: Retina El Pais